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AÑO 1812. 439
las Cortes la aprobación de su reparto entre las provincias, de­
biendo igualmente para ello presentar el Ministro de Hacienda
los presupuestos consiguientes respecto á la riqueza de aquellas.
El artículo 345 disponía tras esto que hubiese una tesorería
general para toda la nación (medida centralizadora de las que
yo admito sin réplica), y una particular en cada provincia que
se entendiese con la general, teniendo siempre á su disposición
todos los fondos que hubiese recaudado, debiendo las contadu­
rías de valores y de distribución de la renta pública intervenir
respectivamente el cargo y data de la tesorería central, para que
esla llevase su cuenta con la pureza correspondiente, es decir,
con aquella pureza que en ningún pais de la tierra es lan pre­
cisa como en el español, donde si hubiera horcas para el hur­
to que igualasen en elevación á la altura de ciertos ladrones, no
tendriamos ya leña á estas horas en ninguno de nuestros bos­
ques para suministrarles material: tanto y tan gordo es lo que
se roba.
Una instrucción particular debia arreglar las oficinas de que
acabamos de hacer mención, en los términos mas á propósito
para los fines de su instituto, debiendo organizarse asimismo por
una ley especial una contaduria mayor de cuentas para su exa­
men correspondiente. Pero como nada es mas fácil que ser estas
las del Gran Capitán en esta saqueada nación, la Constitución
prevenía que formadas las cuentas de que hablamos por la te­
sorería general, debieran imprimirse y publicarse y circularse á
las diputaciones y á los ayuntamientos, estando igualmente su­
jetas á la misma impresión, publicación y circulación las de los
Secretarios del Despacho en lo que á lo suyo alañia. Prevencio­
nes acertadas las dos, y muy particularmente la última... ¡mas
ay! entre los tales Secretarios ha habido algunos que han querido