TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1812. 517
sa viuda de Osuna, y en lo mas animado de la fiesta, recibió
aquella ilustre señora un anónimo en el cual se decia que esta­
ba envenenada la cena. Turbóse la alegría un instante con aviso
tan fuera de sazón; pero á dicha habia allí un falderito que
acababa de probar una crema, y un enorme perrazo de Terra-
nova que en un descuido de los cocineros se habia sorbido un
jamón, tres pichones, cuatro perdices y una soberbia fuente de
bistek cual no se hace en la misma Inglaterra, y viendo que ni
al uno ni al otro sucedía en semejante desmán sino hacerles
muy buen provecho aquel adelanto de cena, conocieron los
convidados con su elevada penetración que el papel no tenia
mas fin que alarmar a la ilustre concurrencia, y echándose á
reír, no á carcajadas, que esto hubiera sido mal tono, sino
gargarizando suavemente y no mas que con la boca entreabier­
ta, como es uso en los altos salones, dispusiéronse heroica­
mente á desmentir el envenenamiento, y así con efecto lo hicie­
ron, cenando alegre y placenteramente, y abriendo entonces
algo mas la boca, bien que para cerrarla del todo concluidos
que fueron los postres, los vinos, los licores, etc. El resul­
tado fué probarles bien ni mas ni menos que á los animali-
tos, y dormir hasta que se dispertaron ó hasta que hubo quien
los dispertase, que uno y otro pudo bien suceder, si bien
creo lo segundo mas propio, sobre lodo en el siglo en que
estamos, de nuestra española Grandeza.
Concluyamos este capítulo.
La reconquista de las poblaciones y la de provincias ente­
ras arrancadas á los imperiales, ya de un modo definitivo, ya
solo transitoriamente, dieron lugar á dos distintos hechos, aun­
que relacionados entre sí: la proclamación de la Carta donde
quiera que entraban los nuestros, y la persecución suscitada