TIMOS Yliras - DSpace CEU

AA TIRIOS Y TRÓVANOS.
aflijia á sus pobres consejeros. Para divertirlos un poco, esparció
por la corle la voz de que Napoleón iba á llegar de un momento á
otro, á fin de estrechar la armonía entre las dos naciones, y de
reconocer al nuevo rey. Y en prueba de ser esto cierto, enseñá­
banse al pueblo cual reliquias el sombrero y las botas de S. M. Im­
perial.— ¿El sombrero y las bolas? ¡Qué dicha, qué satisfacción,
qué placer!—Y el vulgo las miraba con asombro; y el gobierno
decia / pues no hay duda!; y con esto anunciaba en la Gaceta que á
las sesenta horas, cuando más, estaria Bonaparte en Madrid; y man­
daba erijir multitud de arcos triunfales para recibir al Mesías , y
hacia preparar á toda priesa los salones del Buen-Retiro para apo­
sentar á su huésped ¡y todo sin mas pliego, ni mas nuncio,
ni mas aviso oficial, que las dichosas botas y el sombrero!!!!!
Mas ay! que pasa un dia, y pasa otro, y pasa el tercero tam­
bién , y á pesar del sombrero y de las botas, no vienen la cabeza
ni los pies del cacareado viajero. Los duques de Medinaceli y de
Frias, y el conde de Fernan-Nuñez, enviados dias atrás para reci­
birle y cumplimentarle, no dan de él noticia tampoco. Esto amos­
ca de nuevo á Fernando y sus consejeros, y están ya á punto de po­
nerse en guardia por lo que pueda tronar, cuando el 28 de marzo
viene de su destierro el fantasma de Escoiquiz, y al ver al rey con
cara de parida y algo mas que mollinos á sus prohombres, suelta
su risilla de bobo, y su tara villa detrás.—Corazones de manteca,
les dice: ¿qué demontres de fachas son esas? ¡VéaV. unas gentes
de pro, que se atascan y se quedan plantadas, porque les llega el
barró á los tobillos! ¿Qué recelos son esos, voto asan, cuando las
cosas, si bien se mira , se nos presentan á pedir de boca, y no hay
sino motivos de júbilo, de satisfacción, de placer?—Aestas pala­
bras quedan todos estupefactos , y escuchan con la boca abierta.
Él con esto prosigue su discurso, y dice que la boda es cosa hecha,