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AÑO 1812. 399
entre tanto tenian magistrados que eran á la vez gefes de la go­
bernación y de la administración de justicia. En Atenas la ejercía
el Senado, no sin que el Areópago estuviese revestido también
por su parte de una elevada judicatura (1). En la Roma de los
reyes fué esta originariamente monárquica, dividiéndola el rey
como otras cosas con el cuerpo senatorial. La catástrofe de Lu­
crecia lo fué del principio monárquico, y entonces fué juez el
Senado á partir ó en unión con los Cónsules, aunque nunca
en las causas criminales, porque el juicio de estas fué siem­
pre de la esclusiva atribución del Pueblo (2). Este mas adelante
Consejo de Estado; pero terminado el conflicto, debe en lo demás dejar
libre á la autoridad competente. Aun en el caso de ejercer la augusta, la
casi divina prerogativa de indultar á los delincuentes, ó la de conmutarles
las penas, no lo hacen los monarcas como jueces en el sentido estricto de
la voz, sino bajo el dicho concepto de moderadores supremos, y esto tiene
lugar solamente cuando de ejecutar una sentencia con el rigor que las leyes
marcan sin atender á consideraciones que no pudieron estas prever, se siguen
ó pueden seguirse mayores perjuicios al pais y á la causa de la misma
justicia, que no de suavizarla ó corregirla con arreglo á las exigencias de
ta clemencia y de la humanidad. Summum jus, summa injuria, dice Tácito.
(1) Y sino, que lo diga el justo Sócrates, condenado á beber la cicuta,
merced á la sentencia areopagita. ¿Se me permitirá , visto este ejemplo y
otros mil que pudieran citarse, que no esté de acuerdo tampoco con que el
Poder de la judicatura se ponga esclusivamente en manos de la aristocracia?
(2) Yo debo ser justo con todos. La democracia pura no es tampoco á
Propósito para juzgar en el sentido de aplicar la ley, y menos reunida en las
Plazas. Traslado al ostracismo de Atenas, y á la muerte del ilustre Focion,
d que mandó 45 veces los ejércitos de la República. ¿Podrá la democracia
de que hablamos ejercer esa judicatura por medio de sus representantes,
ó de los delegados de estos? La muerte de Luis XVI y la del sabio Bailly
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