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4-72 TIRIOS T TROYANOS.
calles y plazas á fin de presenciar el espectáculo de la promul­
gación de la Carta, promulgación que se realizó con las so­
lemnidades de costumbre en tablados construidos al efecto, re­
doblándose con este motivo las aclamaciones y vivas, no menos
que el furioso temporal y el estrépito de las bombas , únicas
que cruzaban sin mojarse la lluvia que encontraban al paso.
Menos afortunadas por la noche las iluminaciones dispuestas,
apagáronse casi todas.... todas, salvo la antorcha de la fé y
la esperanza constitucional, que esta no debia morir sino al
soplo del ingrato monarca cuyo providencial cautiverio em­
peñábanse los autores del Código á cual con mas brio en
romper.
Intérpretes los vates españoles de la general alegría, cele­
braron el fausto suceso en versos unos buenos y otros malos,
bien que todos altamente patrióticos, asociándoseles los prosa­
dores para hacer mas completa la loa, y entrando á la parte igual­
mente la numismática con sus medallas, ansiosa de perpetuar
dia tan digno de eternal recuerdo. Con la misma alegría que en
Cádiz y con igual solemnidad y fiesta fué jurado y promulgado
en la Isla el Código constitucional, manifestando sucesivamente
la misma adhesión y entusiasmo las demás poblaciones de Es­
paña, y rivalizando con ellas en ostentar iguales sentimientos los
ejércitos y guerrillas. Lo propio hicieron las corporaciones civi­
les y eclesiásticas; lo propio multitud de particulares, felicitan­
do todos á porfía y llenando de parabienes á los representantes
del pais; lo propio las provincias de ultramar que estaban com­
prendidas todavía en el territorio español; lo propio, en fin,
aun los países mismos que no eran parle de la monarquia.... el
Brasil en el trópico auslral, la Rusia en las regiones del norte,
y la escandinava península engarzada en los mares del polo.