TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1809. VA
tremadura ; pero habiendo intentado medirnos con los imperiales
en batalla campal, fuimos acuchillados y deshechos en los campos
de Ciudad-Real y Medellin , perdiendo en este último punto no
menos que 10,000 hombres entre muertos , heridos, prisioneros
y gente estfaviada.
No siendo militar esta historia , creo inútil entrar en pormeno­
res sobre nuestras acciones campales, bastándome indicar una
especie que no debe perderse de vista. Casi todas e'sas acciones
fueron siempre perdidas por nosotros, y España sin embargo es­
taba en pie , y cuantas mas desgracias llovían sobre nuestros po­
bres ejércitos , mas confianza habia en resistir y menos se pensaba
én ceder. Entre nuestros valientes generales hubo algunos que fueron
imbéciles, y otros, que aunque muy á propósito para hacer un papel
subalterno, eran nulos no obstante y muy nulos para desempeñar el
mando en gefe. Los que entendían bien su obligación no eran muchas
voces oidos, y hasta quedaban inutilizados por la rivalidad y las in­
trigas de ciertas medianías ambiciosas, siendo siempre muy cortos
en número, y mas al caso para sostenerse en alguna población ata­
cada ó elevarse hasta héroes en un sitio, que para concebir y eje­
cutar esas combinaciones grandiosas, que anuncian la presencia
del genio en las grandes empresas militares. Salvo alguna que
otraescepcion, que las hubo por cierto y honrosas, ninguno de
ellos entendía el arte de salir vencedor en campo raso, ó de poder
entrar en competencia con los generales franceses, cuando de dar
batallas se trataba. Aserción es esta en verdad que podrá humillar
nuestro orgullo; mas yo debo emitirla de pe á pa, ya que no co­
mo buen castellano, que no tengo la honra de serlo , como arago­
nés claro y franco , que eso tengo la desgracia de ser. Y digo la
desgracia, porque lo es en efecto decir uno todo lo que siente allá
dentro; y por mas que me empeño en corregir ese maldito vicio de