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AÑO 1812. 385
tra mano señalarle la pauta á que se atenga en el uso de sus
atribuciones?
Lo demás no ofrece reparo. La Regencia al encargarse del
mando, prestará el juramento que el monarca, añadiendo que
será fiel al mismo. Esto siendo provisional. Si la Regencia fue­
re permanente, añadirá á lo dicho la promesa de observar las
condiciones ó reglas que para el ejercicio del poder acordaren
imponerle las Cortes, y de entregar el mando al rey menor ó
que se hallare imposibilitado, cuando llegue á la mayoría, ó cese
la imposibilidad, bajo la pena de ser sus individuos habidos y
castigados como traidores, si dilataren un momento solo la en­
trega del gobierno al monarca. Todos los actos de la Regencia
deberán publicarse á nombre de este.
Concluido este punto importante, entra el de la tutela del
menor. Esta la ejercerá la persona que hubiere designado el rey
difunto en su última voluntad. Si este no hubiere hecho nom­
bramiento, será tutora la reina madre, mientras permanezca viu­
da. En defecto de la reina madre, nombrarán las Cortes tutor.
La Regencia tiene á su cargo cuidar de la educación del mo­
narca , debiendo esa educación arreglarse al plan que aprobaren
las Cortes. Estas señalarán á los regentes los sueldos que deban
tener, y aunque nada se dice del tutor cuando fuere nombrado
por ellas, siendo al cabo mortal que come y bebe, alguien ha
de encargarse por fuerza de darle de comer y de beber.
Una cosa se me olvidaba. No puede ser regente del reino
ninguno que sea estrangero, aun cuando se le haya espedido
carta de ciudadano español. Prevención acertada cual ninguna,
y sino, traslado á los tiempos del emperador Carlos V. Tampo­
co puede ser tutor ninguno que no haya nacido en España, es-
ceptuándose de esta inhibición solamente la reina viuda.
TOMO i. 25