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540 TIRIOS Y TROVAROS.
que la parte fanática de los Representantes del pais se ensa­
ñasen contra el papel, cuyo autor era Don Manuel Alzaibar.
El resultado fue mandar las Cortes pasase el escrito en cues­
tión á la calificación del Santo Oficio, resolución tanto mas
chocante, cuanto la ley de libertad de imprenta acababa de
darse á la sazón, y esta no consentía en modo alguno provi­
dencia tan descabellada. Este incidente, lamentable y mucho,
fué útilísimo sin embargo á la causa de la reforma, puesto
que mostró á sus apóstoles los muchos partidarios que en las
Cortes tenia el monstruoso Instituto, y esto merecia la pena
de ser tomado en consideración por los que menores en nú­
mero, solo á fuerza de habilidad podian prometerse victoria
cuando fuese llegado el momento de darse la batalla campal.
Entretanto quiso la suerte que la comparecencia de Alzaibar
ante el tribunal sanguinario sufriese dilaciones nacidas del
destartalamiento de este por lo que de su cisma se ha di­
cho , y así no pasó de proyecto la medida por las Cortes to­
mada. Para remover los obstáculos que se oponían á su rea­
lización, y para tratar juntamente de asegurar la vida al Santo
Oficio, nombró el Congreso una comisión compuesta del obis­
po de Mallorca, Muñoz Torrero, Valiente, Gutiérrez de la
Huerta y Pérez de la Puebla, y esta opinó en sus cuatro quin­
tas partes (porque harto es de inferir que Muñoz Torrero pen­
saría muy de otro modo) se dejasen desde luego espedilas las
facultades inquisitoriales, poniéndose desde luego en ejercicio
aquel semi-suspenso tribunal. Esto fué en julio de 811, pero
con la notable circunstancia de hacer entonces como cinco
meses que las Cortes estaban en Cádiz; y sin duda la brisa
del mar habia resfriado algún tanto el zelo con que algunos
señores habían abogado en la Isla á favor de la causa fanática,