TIMOS Yliras - DSpace CEU

232 TIIUOS Y TRO Y A NOS.
6.° La declaración terminante de ser inviolab'es los Diputados, no
pudiéndose proceder contra ellos, sino en los términos que se esta­
bleciesen en el correspondiente reglamento, que debia luego formarse.
Y hé aquí formulada con esto la base en que debia descansar
el edificio constitucional que se levantaba en España. Lato, si se
quiere, el camino que Muñoz Torrero y Lujan deseaban abrir á
lasCórtes,no poreso se desconocieron en aquella memorable sesión
las dos vallas que la opinión pública y el estado en que se hallaba
el país, oponian á un progreso mas rápido. Preocupado el Pueblo
con su rey, y sinceramente adherido al culto de sus mayores, no
podian las Cortes ser felices en ninguno de sus trabajos, sino res­
petando ambas cosas. Uno y otro quedó respetado, cuanto era ra­
cional exijir, tanto en la proposición presentada como en el lu­
minoso debate á que su discusión dio lugar; y uno y otro respe­
taron las Cortes convirliendo en decreto la propuesta. ¿Habrá al­
guno que se atreva á decir que se avenia mal con lo primero la
proclamación del principio de la SOBERANÍA NACIONAL? ¡Oh, no
esperéis contestación de mí, ateos que negáis ese dogma! Ved esa
valiente nación rechazando por sí y ante sí el yugo que le quieren
imponer; vedla ejerciendo desde el Dos DE MATO ese sacrosanto
derecho; ved al mismo rey confesárselo, resistiendo en Bavona su
renuncia por faltarle el asenso del país; ved á España, en una pa­
labra , no ya en ese solo jveríodo, sino en todos los demás de su
historia, mientras esa historia no ha sido la de la mas absurda tira­
nía ; vedla, digo, si sabéis tener ojos, y si no los cerráis á la luz,
veréis siempre á ese Pueblo magnánimo en posesión de su SOBERANÍA!
Santa es, pues, diputados de España, la proclamación de ese
dogma(l); pero no os fascinéis proclamándole. La nación está ciega,
(1) Algunos escritores, y de los que se llaman liberales, han considerado