TIMOS Yliras - DSpace CEU

388 TIRIOS Y TROYANOS.
Por un lado principio hereditario hasta que la tierra se hunda:
por otro, ¡fuera sucesión y herencia al que se case sin los dos
asensos, aunque sea el centesimo pariente del vigésimo abuelo
del rey!
¡Ah! y cuidado con que se olvide enviar á las Cortes copia
auténtica de todas las partidas de nacimiento, matrimonio y de­
función de las personas que componen la familia real, sin es-
cepcion de ninguna especie! ¿No es verdad que es cosa bonita
ver prevenciones tales como esa en una Carta constitucional?
No hagamos caso de otras pequeneces.
El Príncipe heredero del trono prestará el juramento si­
guiente, en llegando á los 14 años de edad: « N. (aquí el nom­
bre), Príncipe de Asturias, juro por Dios y por los Santos Evan­
gelios, que defenderé y conservaré la religión católica, apostólica,
romana, sin permitir otra alguna en el reino; que guardaré la
Constitución política de la monarquía española, y que seré fiel y
obediente al rey. Así Dios me ayude. »
Con decir el rey otro tanto, esceptuando la última promesa,
le hubieran evitado las Cortes el juramento demasiado largo, y
que no porque lo es dice mas, á que me he referido en otra
parte. ¡Qué prurito de charlar á las veces en la Constitución del
año 12!
CAPITULO V. De la dotación de la familia real.—¡Ay qué
punto el que toco, Diosmio! El Presidente de los Estados-Uni­
dos tiene tres millones de sueldo, y con ellos diz que le basta
para sostener con decoro la escelsa dignidad de su persona, y
para alimentar la familia, y para dar carrera á los hijos, y para
casar á las hijas, y para dejar á la viuda una posición regular
el dia en qHe se vista de luto. La monarquía constitucional üene
otras condiciones de existencia, entre ellas la de ser algo mas