TIMOS Yliras - DSpace CEU

248 TIRIOS Y TROYAISOS.
ojos, y aprenda á conocer sus derechos, como si las'naciones tuvie­
ran derechos de ninguna especie, ó aun teniéndolos debieran
hacer otro que obedecer á los que las mandan, y acatar en silen­
cio sus órdenes; para dar ocasión á la lengua á que se deslice y
calumnie, en vez de prevenir con mordazas la posibilidad del es-
travío; para que haya luego periódicos , y tengamos tantos modos
de ver como órganos de publicidad, tantas opiniones políticas
como diferentes partidos, y tantos partidos como hombres de
análoga manera de pensar; para producir un desorden, una alga-
ravía, un infierno, que se evita con solo mandar que todos dis­
curran de un modo, y que todos hablen de un modo, y que lodos
escriban de un modo, y que no haya banderías diversas, ni opi­
niones que sean distintas, ni intereses que pugnen entre sí, ni
modos de ser y existir diferentes en cada individuo, aunque sean
diversos los gustos, las inclinaciones , los genios y la organización
de cada cual.
Los diputados anti-liberales estaban, como bien se conoce,
llenos de razón hasta el cuello. Y aun no dijeron lodo lo que ha­
bia respecto del particular. Escritores de gran penetración han
descubierto ahora en nuestros dias otros nuevos inconvenientes en
la libertad de que hablamos, y es lástima por cierto que en octubre
de 1810 no pudieran aprovecharse tan profundas observaciones
para despachurrar al pobre Arguelles, y á Muñoz Torrero y á Lu­
jan, y á Mejía y á Nicasio Gallego, y á Oliveros y á Pérez de
Castro, defensores á cual mas acérrimo de aquella detestable ins­
titución (1). Es, pues, el caso que esa libertad no es un medio,
(l) Detestable: asi la llamaba el bi ni eclesiástico Monos.