TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1812. 371
Mar de política y de régimen representativo. Al revolver asun­
to tan difícil, lie tratado de hacer lo que Descartes recomen­
daba en la filosofía: poner todas las cosas en duda, á fin de no
abrazar como verdades sino las que mi propia convicción me
obligue á admitir en su número. Así he procedido en el veto, en
la debatida cuestión relativa á la cámara alta , en la de sobera­
nía nacional y demás que ha visto «1 lector. Así procederé en
lo sucesivo con lo demás que tenga que tratar, y así voy al
presente á proceder por lo que concierne al monarca en los
países constitucionales. Decir que este es el ge fe del estado, es
lo mismo que no decir nada, porque esa gefatura varía según
varían las Constituciones por cuya gracia tienen el poder. Lla­
marle soberano del pais, me parece abusar de la voz donde se
reconoce el principio de que nadie sino el mismo pais es el so­
berano legítimo. Limitarnos á decir que es el gefc del poder eje-
cutivo y no mas, es formarnos idea muy pobre de su alta y ele­
vada misión. Capitán ó caudillo son dos voces que esplican una
parle de su cargo, pero nada mas que una parte; y en lo que
toca á los otros títulos con que se le ha querido bautizar , ó
se hallan en el mismo caso, ó son falsos de todo punto. El
rey no es un ser neutro, ni la fuerza, ni el padre de familia,
"i. .. en fin, nada de lo que mas arriba se ha dicho. El rey par­
ticipa y no poco de muchísimas de esas cosas; pero, lo repito,
no es ninguna de ellas esclusivamente.
¿Qué es pues, un rey constitucional? No quisiera engañar­
me, lectores; mas si hay definición que le cuadre, ámi modo de
ver es la que sigue: el supremo conciliador del pasado con elporve-
ni
>\ ó sea de los intereses antiguos con los intereses modernos (1).
(1) De otro modo, y mas exacto tal vez: el supremo moderador de los