TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1808. Í03
en que comenzaba la lucha. Hubo, sí, yerro grave en sus cálculos,
y una vez supuesto ese yerro, hubo en el modo con que se adhirie­
ron al intruso, rectitud y pureza de intención. Otros de sus com­
pañeros se guiaron por miras bastardas : ellos por juzgar inmedia­
ta la regeneración del país bajo el imperio de Napoleón. No me
diréis que les concedo poco. ¿Mas qué fué de aquellas cabezas v
de su decantada ilustración? Yo en verdad no entiendo á esos
hombres, porque nunca he podido concebir como España podia
ser esclava en la vital cuestión de independencia , y dejarlo de ser
¡Dios me ampare! en la de reforma interior. Valga la verdad, y
acabemos. Esos varones con toda su ciencia y con todas sus cam­
panillas, tenían ideas muy pobres de lo que es pundonor nacional y
de lo que es regenerar á un Pueblo. Conténtense, pues, con lo
suyo, con su hidalgo deseo de acertar; que no será la primera vez
que yerra la buena intención , ó que, como dice Ethelvood, haya
Fleming creído en la ciencia y la ciencia le haya mentido. Demás
que el errar es de hombres y ser herrado de bestias, según asegura
Quevedo.
Napoleón, después de las renuncias, estuvo todavía algún tiempo
sin hablar uña sola palabra acerca del monarca que iba á darnos,
y esto dio motivo á que Murat pensase en sus adentros si al fin se
calzaría con el trono á que allá en sus humillos aspiraba. Pero la co­
rona de España no estaba destinada al verdugo del infortunado Ma­
drid. Bonaparte después de algunas dudas, fijóse por último en
su hermano José , rey de Ñapóles y Sicilia. Esta elección, si he
de ser franco , fué el menor disparale que hizo en todo el curso
de aquella intriga, porque una vez dado el mal paso de usurpar
el solio español, uno de los mas dignos de ocuparlo era, á no du­
dar, el buen Pepe. Suave de condición . ingenuo , amable , be­
néfico, instruido , sencillo, tenia las mejores recomendaciones pa-