TIMOS Yliras - DSpace CEU

604 TIRIOS Y TROYANOS.
esta del hombre mas bien que de la fiebre amarilla. La fiebre
cuando mas matará el cuerpo, y el hombre puede asesinar el
alma. En Cádiz hay peligro para aquel; fuera de Cádiz, ries­
go para esta. ¿Nos vamos? ¿nos quedamos? Las Cortes no se
atreven á decidirse, y vuelven á cerrarse el dia 20, dejando á
cargo de sus sucesoras la resolución del problema.
Entretanto la dolencia mortal comienza á desplegar sus es­
tragos, siendo víctimas de ella, entre otros de los representantes
reformistas, Vega Infanzón, Lujan y Capmany, y aun Mejía de
quien acabo de hablar... Mejía, que habia negado la existencia
de la epidemia, no porque él así lo creyese, como algunos
malamente han juzgado, sino por evitar los efectos de una re­
solución atropellada en medio de la alarma universal. Dijo á
sabiendas lo que no sentia, y lo dijo para bien del país. ¡Mag­
nánima mentira! dice el Tasso, hablando de Olindo y Sofro-
nia: ¿cuándo puede ser la verdad tan bella que pueda igua­
larte?
Hase, pues, conseguido una cosa, y es que las Cortes lla­
madas ordinarias se instalen en el recinto de Cádiz como lo ve­
rifican en efecto el dia 1.° de Octubre. ¿Por qué, empero, no
continúan allí? ¿Porqué trece dias después se trasladan á la Isla
de León? ¡Ay! aquí es menor la epidemia... ¿mas no he dicho
ya, liberales, que no son los estragos de la fiebre los que mas
se deben temer? En la población gaditana no habia á lo menos
puñales asestados contra vosotros... ¡en la Isla de León los hay
ya! Ved al Diputado Antillon cercado de alevosos asesinos en
medio de las sombras de la noche: vedle salvarse como por
milagro de la absolutista emboscada: vedle con sus heridas
confirmar lo que os auguraba mi labio... y decidme de qué os
ha servido huir la muerte material en Cádiz, si fuera de los