TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1810 189
por mi. Venga un sable, una lanza, un espadín, cualquier instru­
mento con punta para atravesar á esos picaros. Muera el emperador
délos gabachos! ¡ Vívala independencia nacional!
¡Oh! no hay duda : Fernando era un grande hombre, solo
que aparentaba lo contrario por la susodicha razón. Bruto se íinjió
u) Roma estúpido para dar libertad al pueblo rey, y Fernando
fue un Bruto á su modo para hacer otro tanto con España, pueblo
rey :i su modo también.
Convencidos los leales españoles de que su querido Fernando
no podia ocupar sino en su patria sus altos y elevados pensamien­
tos , juzgánle comido de rabia, de despecho y desesperación, vién­
dose obligado en su encierro á permanecer inactivo sin tomar par­
le en la lucha que por él sostenía el pais, ni poder añadir su au­
gusto nombre á la lista de tanto y tanto héroe como se cubría de
lauros, de inmortalidad y de gloria en aquella espantosa contienda.
En suelo que brotaba tantos bravos, no podia faltar quien se ofre­
ciese á penetrar en el corazón de la Francia, introducirse audaz
en Valencey, y traerse á Fernando del brazo, ó caballero en muía
o en borrico, si no era posible en peana, como el santo y el caso
exijian. El gobierno español juzgó imposible la realización del
proyecto ; y por mas que una vez y otra vez le instaron mas de uno
y mas de dos á que facilitase los medios para ponerlo en planta por
su parte, permaneció erre que erre en no acceder, quitándonos con
esto la dicha de ver restablecido un lustro antes el reinado del os­
curantismo , de las cadenas y la inquisición.
No asi el gabinete británico, gefe nato del estado mayor del
ejército de la intriga, embaidor de lo que no hay, y estratégico
hasta no mas en el arte de hacer la mamola á todos los que toma
por su cuenta. No así, repito, el gabinete inglés, que siempre in­
clinado á enredar, vio en la sustracción de Fernando la ocasión de