TIMOS Yliras - DSpace CEU

518 TIRIOS Y TROYANOS.
contra la afrancesada pandilla, donde quiera que las autoridades
no tenían bastante entereza para contener los desmanes de la
irritación popular. Lo primero, la proclamación, verificóse en
casi todos los puntos con el mas fervoroso entusiasmo, prestando
los vecinos con júbilo difícil de esplicar el juramento
de ser fieles á la ley fundamental del país, al tenor de lo dispuesto
por las Cortes en decreto de 18 de marzo. Esas demostraciones
sin embargo, no eran, hablando generalmente,
lo que á primera vista parecía, esto es, de adhesión á la Carta
por lo que la misma era en sí, sino de adhesión á una
obra cuya mayor recomendación consistía á los ojos de los mas
en tener por autor al Gobierno que todos veneraban legítimo
en contraposición al del intruso, y en verla encabezada con el
nombre del cautivo de Valencey, por quien principalmente se
mataban. Las Cortes miraron la cosa de muy diferente manera,
creyendo afecto á la Constitución lo que era idolatría al
monarca, y esa equivocación en tomar lo accesorio por lo principal,
ó como acostumbra á decirse, el rábano por las hojas,
fascinólas mas de lo justo, y tanto, que á su tiempo veremos
!o mucho que habrían ganado en haber tenido otra vista respecto
del particular. Por lo demás, aunque el error fué grave,
mas que acreedor á palo ó vapuleo, le contemplo digno de lástima,
mereciendo indulgencia igualmente la severidad del Congreso
con los pobres afrancesados, bien que solo en parte y
no mas, habiéndose escedido algunas veces en términos de no
tener escusa ni aun recurriendo al argumento usado del imperio
de las circunstancias. Y no lo digo porque la Asamblea tomase
la parte mas mínima en las persecuciones de las calles:
¿pero cómo aprobar sus decretos en lo tocante á purificaciones
y á escudriñamiento de vidas? ¿Cómo disculpar su conducta