TIMOS Yliras - DSpace CEU

200 TUMOS Y TRÓVANOS.
decidía el diclio pleito. No Imito entoneos-otro remedio que apechu­
gar ron amhas tareas, teniendo comenzadas las dos. Mulo tiene
usted todo, Don Bueso.
—Vamos, si eso es así...
—Lo que usted oye.
—Pero— ¿y esa otra faena en que acaba usted de meterse?
— ¿Cuál?
—Pues! ese cargo endiablado de dirijir el ESPECTADOR.
—No equivoque usted especies, Don Bueso : yo no soy en ese
periódico lo que á primera vista...
—Enhorabuena! ¿Pero dejará usted de ser el gefe de la redac­
ción? Y esa gefatura, ó lo que sea, ¿dejará de robarle á usted los
mejores momentos del dia?
—En efecto, no deja de ser carga ; pero vo la llevo con
gusto.
—Sí! mas entretanto los TIRIOS...
—Es verdad , van despacio; pero , amigo , sea usted razona­
ble y conliese que lo primero es siempre lo primero. Escribiendo
en el ESPECTADOR , no hago solo un servicio á mi país, sino tam­
bién á esos mismos TIRIOS , de cuya lentitud se queja usted.
—¿Cómo?
—Escuche usted , y verá si estoy de razón hasta el cuello. El
estado de España usted lo vé, y no me negará que las cosas pre­
séntate malísimo aspecto. El ESPECTADOR se ha propuesto comba­
tir el orden de cosas que rijo en la actualidad, sin dejar su pa
triótica tarea hasta hacer triunfar sus principios de santa libertan 1
y de progreso. ¿Podía yo negarme á sostener la causa del Pueblp
español, cuando ella exijia de mí, pobrísimo escritor como soy-
que me entregase todo á su defensa?
— Ciertamenteque nó , señor mió; ni yo haré á nadie un car-