TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1812. 331
y muy suyo el derecho de establecer sus leyes fundamentales (1).
¡Bien, legisladores! ¡muy bien! Ese artículo vuestro vale un
mundo, como que sin él es mentira, ó hay al menos gravísimo
riesgo de que pueda serlo tal vez, toda Constitución de cabo
á rabo. En vano los ateos políticos niegan la verdad de ese
dogma; en vano dicen otros, sin negarlo, que es peligroso ha­
cerlo figurar en las Constituciones de los pueblos; en vano
quieren otros achacarle la calificación de metafísico, de sobra­
do ideal ó de abstruso. A la luz le importa un comino que haya
ciegos que nieguen su existencia, dementes que se asusten al
verla porque puede quemar alguna vez, ó fatuos que la llamen
espíritu, porque es menos grosera que ellos. Yo á despecho de
cabezas redondas, testarudas ó contrahechas, diré siempre, como
hombre de razón, que el todo es mayor que la parte; y si esto
pareciere vulgar, diré que los monarcas son al Pueblo lo que
al Universo los átomos; y si ni aun con esto bastare, me atre­
veré á añadir con Lherminier que la soberanía nacional es acá
abajo la traducción humana de la omnipotencia divina. Y vamos
al capítulo 2.° de la Constitución del año 12, que en este nada
°,ueda por decir, salvo hacer la debida mención de su postrer
artículo, que es este: la nación está obligada á conservar y
protejer por leyes sabias y justas la libertad civil, la propiedad y
(1) Y las no fundamentales también, porque es claro que el que puede
1° mas... Pero vayan aun lado , como he dicho, pequeneces que prueban
solamente el atraso en que entonces estábamos respecto á lo que yo Harria
literatura constitucional. A pesar de este y otros defectos, como el
^ la difusión, v. gr., el Código de Cádiz será siempre el mejor de los que
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su clase ha legado á los españoles el gobierno representativo. ¿Qu' im-
P° r
íe,dice Marlianí (y siento que lo diga en francés), la forme impar-
faite qui lui' fuit donnée? Le principe survivra.