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160 TIRIOS Y TROYANOS.
inglés; pero se sospecharon ya bástanle cuando la espulsion de Ju­
not , y acabaron de ponerse patentes en esta segunda campaña. La
Central le era muy poco afecta, y tampoco le miraban muy bien
los en guerra impetuosos españoles. La convención de Cintra gus­
tó á pocos, como en su lugar queda dicho; pero después se fue
desvaneciendo la prevención que habia contra él, dispensándole aca­
so mas obsequio del que convenia en política.
Wellesley, después de lanzar de Portugal las tropas de Soult,
habia avanzado con su ejército hacia Castilla. El nuestro de Es-
tremadura, reorganizado por Cuesta, habia repelido al de Viclor,
empeñado en tomar á Badajoz después de la batalla de Mcdellin.
El de la Mancha, recientemente formado, ascendia á 20,000 hom­
bres, y su vanguardia al mando de Lacy acababa de lucirse en
Torralba, venciendo heroicamente al enemigo. Nuestras operacio­
nes, sin embargo, después de las recientes derrotas, no pasaban
de meras correrias en los referidos distritos. Unidas nuestras divi­
siones al ejército inglés, se pensó seriamente en combatir, y la
batalla de Talavera dada el 27 de julio, en la cual pelearon cien
mil hombres por parte de los franceses, y otros tantos en las hues­
tes aliadas, cubrió de laureles las armas que sostenían nuestra in­
dependencia. Las ventajas, en medio de eso, quedaron dividi­
das por mitad, no siguiendo los aliados el alcance, ya fuese por-
falta de víveres, ya porque los ingleses tuviesen ocupada su aten­
ción en la entrada de Soult en Plasencia. Wellesley fue nombrado
capitán general por el gobierno español en premio de aquella vic­
toria , y el ministerio inglés le concedió la dignidad de Par , y el
título de lord vizconde Wellington de Talavera. Cuesta, general
de los nuestros en la susodicha batalla, recibió de la Junta central
la gran cruz de Carlos III.