TIMOS Yliras - DSpace CEU

560 TIRIOS Y TROYANOS.
una vez. Sus virtudes como prelado, y su conducta como libe­
ral mientras fué Regente del Reino, le hicieron altamente no­
table, quedando así justificado el puesto á que le elevaron las
Corles, confiriéndole la presidencia en atención á su elevada
clase, no obstante ser en cuanto á antigüedad el último indivi­
duo nombrado.
Alguno dirá: pues ¿y aquello de no haber querido el
Congreso investir con el cargo de Regente á ninguna per­
sona real? ¿Cómo se hacia ahora presidente, contra lo ante­
riormente dispuesto, á uno que ademas de ser príncipe, se de­
nominaba Borbon? A primera vista parece que hubo en efecto
alguna inconsecuencia en la elección de nuestro Don Luis; pero
reflexionándolo despacio, reconoceremos que no, porque el po­
bre arzobispo no era príncipe sino á medias, por decirlo asi,
perteneciendo como pertenecía á la rama que Fernando VI tuvo
á bien desgajar del árbol regio para favorecer á su hermano, el
que fué nuestro monarca después con el nombre de Carlos III,
siendo así el susodicho Don Luis un verdadero paria en la fa­
milia cual lo habia sido su padre, y víctima como este, ó poco
menos, del absolutismo real, debiéndose tal vez á eso mismo su
identidad de miras como Regente con el partido reformador,
puesto que aunque infante de España mirado por la línea
paterna, era un mero particular considerado por la de su
madre la muy virtuosa Teresa. Yo, pues, considero en Don
Luis mas bien al Vallabriga que al Borbon, y estoy por decir
que las Cortes vieron en él también mas al proscrito que al
hombre de estirpe real; pero aun prescindiendo de eso, ni el
semi-infante como liberal daba motivo á que se le temiese por
el estilo que á la del Brasil, ni en su cualidad de eclesiástico
podia ser tampoco sospechoso en cuanto á intrigas de sucesión,