TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1812. 437
ayuntamientos y esos semi-congresos de provincia en defecto de
otros mejores, sopeña de quedarme sin nada, hasta sin Carta
constitucional, si me empeño en pedir á las Cortes armonías de
localidad, que es lo mismo que azufaifas al golfo.
TITULO VIL
De las contribuciones.
CAPITULO ÚNICO.—Y capítulo de los mas capitales de cuan­
tos tiene la Constitución. El picaro presupuesto de gastos ha
sido en casi todas las épocas, no el origen, mas sí la causa próxi­
ma de las mas de las revoluciones, así como todos los dias es
la de turbarse la paz en los mas venturosos matrimonios. Sine
Cerere et Baccho friget Venus, dice la sentencia latina, y yo
añado que no solo Venus, sino todos los Dioses del Olimpo que
presidiesen á la Gobernación, quedarían convertidos en hielo
llegando á faltar el cum quibus á que aluden esas palabras. ¿A
qué debió la Europa su edad media, sino al hambre que sentían
los bárbaros en los hielos del septentrión, obligándolos á preci­
pitarse sobre las feraces provincias del imperio romano, á ma­
nera de tordos voraces sobre campo cubierto de olivos? ¿A qué
debió la Francia su terrible, su inaudita revolución, sino en
último resultado al consabido apuro de sus rentas? ¿A qué se
debe ahora en todas partes ese cataclismo social que amenaza
sumergirnos de nuevo, sino á la espantosa miseria que comien­
za tristemente á cundir desde Irlanda á las playas de Egipto,
desde Alemania á la Andalucía? Si en España han sido revuel­
tas, revueltas sola y esclusivamente, las que pudierou ser revo­
luciones, fenómeno es ese debido á la fecundidad de recursos