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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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60 TIRIOS Y TRÓVANOS.<br />

péneos tampoco. Otras autoridades de mas chispa habrían compren­<br />

dido su deber; y con solo tener corazón, aplicar una mano á sus la­<br />

tidos, y empuñar con la otra la espada, ó aun cuando solo fuera un<br />

asador, hubieran salido del paso. Nuestros vocales tuvieron mas<br />

flema, y después de mil dudas y mil charlas , enviaron consulta á<br />

Femando para ver lo quehabiande hacer, vista la perfidia france­<br />

sa. ¿Eso preguntáis, abedules? ¿Pues no tenéis un pueblo á vues­<br />

tras órdenes, y no estáis ampliamente facultados por el mismo á<br />

quien consultáis, para obrar conforme convenga ú los intereses de<br />

España? Ya veo que sois como el otro, que antes de ponerse á re­<br />

ñir, preguntaba ásu padre muy formal cuantos dedos tenia enca­<br />

da mano.<br />

Mientras tanto el rey protestante ha dejado corrientes sus co­<br />

sas; y ciscándose en el país á que nunca ya mas ha de volver, sale<br />

del Escorial con su costilla el dia 25 de abril. Su dirección es la<br />

misma que ha tomado el amigo Godoy para prepararle el terre­<br />

no; y dejando en España á la de Etruria para representarle cerca<br />

del gran Duque; obedece al insano destino que le arrastra de men­<br />

gua en ignominia. Su entrada en la ciudad de Bayona es tan pla­<br />

centera y alegre, y tan llena de aplausos y vítores, como fué desai­<br />

rada y raquítica la del pobre Fernando y compinches. Los cañones<br />

aturden las orejas; los bajeles están en el puerto todos empavesados;<br />

gente pagada grita vical vival; la guarnición saluda á los dos via­<br />

jeros con los honores debidos á la mageslad; todo denota, en fin,<br />

que Napoleón recibe al rey como efectiva testa coronada. Al lle­<br />

gar los consortes al palacio que el emperador les ha dispuesto, se<br />

encuentran con el infante don Carlos que los aguarda al pié de la<br />

escalera, y se abrazan los dos con afecto. Fernando que ha que­<br />

dado un poco atrás, cobra entonces un poco de ánimo, y quiere<br />

también abrazar al autor de sus dias. Este le rechaza indignado, y

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