TIMOS Yliras - DSpace CEU

588 TIMOS Y TROYANOS.
Dentro del templo se descubre un ara. Es la del sacrificio:
inmolemos!
¿Pero qué hostia, qué víctima ha de ser la que hemos de
llevar al altar? ¿Será un toro, una vaca, un... No, no! El triun­
fo debe celebrarse en grande. La vuelta de Fernando requiere
hecatombe que sea digna de él. Ahí están los liberales: ¡á
ellos!
Arriba, camaradas, arriba! La montaña de la Independen­
cia será el Calvario de la Libertad. Crucifige, pues, crucifige,
y punto concluido: ¡bajemos!
El capítulo tiene seis bemoles. ¿Por dónde empezaré? Por
la gloria. ¿Por dónde acabaré? Por la mengua. Caliope, dame
tu trompa. Polimnia, préstame el caramillo. Mirto, rosa, hiedra,
laurel... cardo, peregil, yerbabuena.... ¡venid á mis mañosa
arrobas!
Irá, íará, tara, tarará, tararáaal—¿Quién es ese?—Ah!
no lo quisiera decir; pero es Napoleón Bonaparte que huido
de las llamas de Moscou y aniquilado su brillante ejército en
las márgenes del Berezina, toca ahora la trompeta en París
para reunir á su torno los últimos valientes que le quedan, á
fin de hacer frente con ellos á la Rusia que viene sobre él
con toda la Europa detrás. ¡Oh Napoleón! te has perdido!
¿Por qué en vez de tirarnos el guante, no nos diste la ma­
no de amigo, y tendrías ahora á tus órdenes esos trescientos mil
que han caido en la lucha á que nos has provocado? ¡Oh qué
falta te hacen ahora tantos bravos franceses, alemanes, italia­
nos, polacos y demás que España ha convertido en cadáve­
res/ Mas tú lo has querido... ¡así sea! Tú quieres que la lid
comenzada prosiga todavía.... ¡en buen hora! Mientras ves de
entenderte por ahí con la coalición de las naciones que el