TIMOS Yliras - DSpace CEU

le ponía mollino. ¿Serán los españoles tan humildes qu« no bufen de cólera
al fin, después de tantos años de paciencia? Esta otra aumentaba su mal hu­
mor. Y caso que los unos se aguanten y los otros no aprovechen su hora, ¿ cum­
plirá Napoleón su palabra de sentar al valido en un trono ? Esta última le ha­
cia rabiar.
El tiempo al fin se anubló del todo, y Godoy conoció que era un bárbaro.
Todo era entrar franceses y mas franceses, y el principado no venía nunca.
¿Será, dijo entonces Manuel, que se halle amenazada de veras la inde­
pendencia española ? Esos diablos se van apoderando de todas nuestras pla­
zas fronterizas, y es malísimo agüero en verdad. ¿Me habrá engañado Napo­
león? Estoy por cojer otro embudo y tocar la trompeta otra vez. ¿ Qué pensáis
de esto vos, María Luisa ? ¡ Si los españoles quisieran seguirme para defen­
der á su rey! Pero es el caso que no me pueden ver mas que al diablo, y me
van á dejar en la estacada. ¿ Qué pensáis vos, María, de todo esto? Mucho se­
rá no haya un fandango que nos cueste á los dos un sentido. ¡ Si al menos
pudiéramos largarnos hacia el mediodía de España ! ¿ Porqué han de oponer­
se á esta ¡dea los corrillos que veo por ahí? ¡ Ay ¡ ay! ¡ ay'. ¡ con qué ojos nos
miran! Retírate, Maruja, retírate. ¡ Y qué ojazos laminen á tu marido! Dile
tapibien que se vaya á acostar, que le están apuntando con los dedos.
Tal era, poco menos, poco mas, el estado de nuestras cosas el dia 17 de
marzo de 1808, gracias á la linda pareja.
¿Gracias á ella , dije? Pues está dicho. Pero cuidado con tergiversar espe­
cies, que si Godoy y María Luisa fueron el origen de todo, hubo otros que
acabaron de enterrar lo que ellos tenían cadáver. La reseña que llevamos he­
cha se refiere á los Tirios de aquel tiempo, y es preciso, para ser imparciales,
ver también lo que hicieron los Troyanos.
II.
Los españoles somos un pueblo muy original. A las veces por quitante
allá e^as pajas, le rompemos la crisma al mas pintado; y otras veces tenemos
tal flema, que nos están pinchando las carnes, y dejamos que siga la broma.
Nuestro ¡voto á briosl vale un mundo , y nuestro ¿ qué me importa? mundo
y medio. Chateaubriand que no habla de nosotros sino disparatando las mas
veces, tiene mucha razón cuando dice que la sangre del cántabro , del carta­
ginés, del romano, del vándalo y del moro que corre mezclada por nuestras