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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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(\i TIRIOS Y Til O YA NOS.<br />

paña de i801; pero no satisfecho Napoleón con verlos sometidos<br />

á su influjo, quiso herir mas de cerca á la Gran Bretaña, impo­<br />

niéndoles su ley material, é invadiendo los dos territorios. Él en<br />

medio de todo vacilaba, y estaba indeciso en los medios que le con­<br />

vendría adoptar para hacernos llevar la cadena sin he» ir demasiado<br />

nuestro orgullo. En eso coilsistia cabalmente todo el quid de la di­<br />

ficultad, porque el pueblo español es tan así, que si le untan el<br />

vaso con miel, tragará rejalgar que le emboquen; y de no, cuida-<br />

dito con él, porque es niño de chanzas pesadas. El proceso del<br />

Escorial y la sublevación de Aranjuez vinieron por desgracia á com­<br />

plicar el estado de nuestros negocios; y como el mal trae siempre<br />

larga cola, quiso el perro deslino que el hombre que de una ojea­<br />

da acostumbraba á comprenderlo lodo, no supiese entonces ha­<br />

cerlo por lo que á él y á nosotros tocaba. Él miró la querella de<br />

palacio como una discordia cualquiera, y viendo á los dos reyes<br />

contendientes disputarse el honor de ser esclavos suyos, juzgó á<br />

España dispuesta á pasar por lo que sus gefes pasasen» Pero el<br />

pueblo español no era Carlos, ni María Luisa, ni Godoy, ni Fer­<br />

nando, 11 i Escoiquiz, ni los demás miserables reptiles que poniau<br />

su causa en las manos del omnipotente guerrero. Este no obstante<br />

confió en su fuerza; y aceptando el papel de arbitro que nuestros<br />

monarcas le daban, concibió el muy raquítico proyecto de arre­<br />

glar la querella entre los dos, deshaciéndose del uno y del otro.<br />

¿Como no advirtió que Fernando, era el hombre querido del pue­<br />

blo, fuese ó no merecido el entusiasmo con que la nación le mi­<br />

raba'-''<br />

¡Grande error el del hombre coloso, error indigno de su<br />

nom'ore y gloria, de su previsión infinita, de su sobrehumano ta­<br />

lento! Desde esa pifia enorme, tonta y sucia, apareció tamaño cual<br />

romero el que antes descollaba como el cedro sobre las alturas

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