TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1810. 9gy
lulista en todas las votaciones, no tuvieron valor para hacerlo al
votar en presencia del país; y asi fue como el bando liberal, abo­
gando por la reforma , y perteneciendo á su gremio los únicos ora­
dores notables que brillaron en aquellas Cortes, arrastró victorioso
en pos suyo al número mayor de sus contrarios. Gracias, pues,
señores Regentes, por la publicidad de las sesiones. Pusisteis hue­
vos y os salieron hueros, y la cosa merece la pena de enmendar
otro adagio y decir: venga el bien y no mires de quien. Venga,
pues, la publicidad, aunque sea de manos retrógradas, y pacien­
cia si hacemos un frac del paño destinado á capote.
El juramento exigido á los diputados en las casas consistoria­
les estaba concebido en estos términos: «¿Juráis la santa religión
católica, apostólica, romana, s¡n adtmilir otra alguna en estos rei­
nos*!—¿Juráis conservar en su integridad la nación española, y no
omitir medio alguno para libertarla de sus injustos opresores?—
¿Juráis conservar á nuestro amado soberano el Señor Don Fernan­
do VII todos sus dominios , y en su defecto á sus legítimos suceso­
res, y hacer cuantos esfuerzos sean posibles para sacarle del cauti­
verio y colocarle en el trono?—¿Juráis desempeñar fiel y legalmente
ti encargo que la nación ha puesto á vuestro cuidado, guardando
las leyes de España, sin perjuicio de alLrar, moderar y variar
aquellas que exigiese el bien de la nación! Si asi lo hiciereis, etc., »
lo demás que se dice en tales casos.
Esta trinidad de preguntas ofrecía algunas dificultades para
responder si juramos.', siendo la primera de todas el sabido pre­
cepto del decálogo que prohibe jurar vanamente, porque ¿á qué pro­
meter guardar las leyes del reino los que se reservaban el derecho
de alterarlas, variarlas y modificarlas, cuando el bien del país lo
exigiese? Igual fuera decir: juro ayunar, sin perjuicio de comer y
oeber cuando el hambre ó la sel m- lip'dao. Pues áteme V. cabos