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624- TIRIOS Y TRÓVANOS.
varios de los absolutistas de mas nota, el ex-regente Don En­
rique Odonnell, el valiente á quien habéis visto premiado por
las Cortes estraordinarias con el título de Conde de La Bis-
bal, el hombre de quien tantos elogios tengo hechos bajo el
punto de vista militar, y de quien sin embargo os he dicho: allá
veréis lo que dá de sí, cuando de la política se trate. Desde esos
tenebrosos conciliábulos, no ha cesado un solo momento la con­
juración ominosa, cobrando nuevas creces después con motivo
de la venida del fatídico Duque de San Carlos. Centro este de
los ocultos manejos mientras su permanencia en la Corte, ha
aconsejado á los partidarios del absolutismo proseguir silencio­
samente los trabajos de mina y zapa contra la Representación
nacional, y ellos lo hacen así y continúan en sus operaciones
subterráneas, no sin que la impaciencia'de algunos las revele
de vez en cuando haciendo rebentar á deshora parte del terre­
no minado, de cuya ulterior voladura es anuncio claro el estré­
pito de tal cual hornillo ó fogata. Dígalo sino la insolencia con
que el dia 3 de febrero proclama López Reina á Fernando en
el seno de la Asamblea soberano absoluto del pais: dígalo la
abortada tentativa dirijida poco después á echar la Regencia
por tierra; dígalo, por si esto no basta, el plan de sublevar la
guarnición concebido por Garrido y González, arrestados opor­
tunamente por el general Villacampa. Entretanto prosigue
el espectáculo de un Congreso en que estando en minoría la
fracción de los reformadores, y en minoría mucho mas esca­
sa que la del Congreso anterior, domina sin embargo á su ad­
versaria, no ya por el terror como algunos se complacen mala­
mente en decir; no ya solo por la superidad de sus esclareci­
dos oradores, los cuales no han hallado hasta ahora en las fi­
las de sus enemigos un solo rival digno de ellos; no, en fin,