TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1812. 519
al reprender la conciliadora, prudente y tolerante de Álava?
¿Cómo abonar su falta de política en no dar una ley de am­
nistía para el vulgo de los comprometidos con el gobierno de
los invasores, ya que las pasiones y el tiempo no permitían
estenderla á todos? ¿Cómo aplaudirla exajeracion de hacer
estensivo á las cosas el odio profesado á las personas, prohi­
biendo la circulación de la moneda francesa, tras haber el año
anterior procedido á adoptar igual medida respecto á la mone­
da afrancesada, ó sea á la acuñada en España con el busto ü
efigie de José? ¡Válame Dios, y qué majaderías cometen á ve­
ces los hombres, aun los de mas talento y discreción! Afortu­
nadamente en lo último pudo mas la necesidad que el rigoris­
mo de los legisladores, y el oro quedó amnistiado por la sobe­
ranía del Pueblo, siendo esto tanto mas razonable, cuanto
aunque venido de Francia ó agabachado en la acuñación, lo
primero no era delito para negarle la hospitalidad en tiempo
de tanta escasez, y lo segundo estaba remediado con volver á
acuñarlo de nuevo á la primera proporción que hubiese, sus­
tituyendo al busto del intruso la efigie del monarca legítimo,
¿Habia de ser el dinero de peor condición que Infantado, ve­
nido de Francia igualmente con el sello del agabachamiento,
y reacuñado aquí sin ser moneda para tomar el mando del
ejército como general español, y luego el gobernalle del pais
en concepto de Regente del Reino, aunque tan torpe en matar
franceses bajo el punto de vista militar, como avisado en idear
vejámenes contra sus compañeros de error, bajo el punto de
vista político? Porque es de saber que las Cortes no fueron
con la gente afrancesada tan inexorables y duras como la Re­
gencia lo fué, y ahí veréis si era suerte fatal la de esos estra-
viados españoles, cuando en vez de servirles de escudo la cir-