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434 TIRIOS Y TRÓVANOS.
dos, como en perjuicio de un Estado solo, en el sentido extricto
de esta voz. Las libertades hubieran tal vez resistido al que hizo
sucumbir la libertad.
Y ese sistema pudo plantearse sin temor de agresión esterior
de parte de los tronos absolutos, en aquella época al menos, la
mas útil sin duda para España, como que era de sembrar y coger,
sin miedo por de pronto á la langosta. Los que reconocieron mas
adelántela Constitución de 1812, hubieran reconocido también
otra diferente de aquella. España en el período de su lucha no lla­
maba la atención eslrangera sino bajo el punto de vista de su re­
sistencia inaudita al dominador de la Europa. La ocasión era, pues,
oportuna, hasta bajo el punto de vista de todo compromiso esterior.
Yo lamento, lectores, la estrella que preside á la suerte de
España. Hoy no es hacedero de un golpe lo que en ese tiempo
lo fué. No estrañemos los males que vinieron, ni los que á los
presentes seguirán. La ocasión de los Pueblos es calva, mas calva
aun que la del individuo, y nosotros debemos resignarnos, ya
que la hemos dejado pasar. Entre tanto, mi voto está dado: el
gran problema que hay que resolver para gobernar á españoles,
no es centralizar el poder en el sentido rígido, absoluto, que en­
tre nuestros vecinos se hace; es conciliar en todo lo posible la
unidad política de España con las concesiones locales que la natu­
raleza misma indica en las agregaciones de que consta. Núníguatn
aliud natura, aliud lapientia di di.
Lanzados los franceses á la orilla izquierda del Ebro, era,
dije en el otro capítulo, llegada la ocasión de aprovechar aquella
victoria, antes que viniéndoles los refuerzos que del Emperador
esperaban, nos fuese mas difícil la ofensiva. La cuestión unitaria
impidió que la insurrección consiguiese un nuevo triunfo sobre
tantos otros, si no es que, como dice Chateaubriand, sea propio