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440 TIRIOS Y TRÓVANOS.
grandilocuentes manifiestos, dando mas prestigio á la Junta del
que ella en verdad merecía. Una vez dado el paso de elegir tan
retrógrada corporación, bueno era (pie hubiese en su seno quien
paliase el mal algún lanío con sus elocuentes proclamas. Por lo
demás, él no era miembro suyo sino como tal secretario, ni tenia
influencia notable en sus polémicas y deliberaciones.
Quien la tenia era el virtuoso, el insigne Don Melchor Jove-
llanos. Hombre acaso el mas sabio de la época, acababan de ha­
cerle venerable su largo martirio en Mallorca y el feneciente y
puro patriotismo con que acababa entonces de negarse ú brillar
en la Corle de José. Diputado por la Junta de Asturias para to­
mar asiento en la Central, constituyóse en órgano de la minoría
por sus opiniones opuestas á las del conde de Floridablanca; pe­
ro ni su voz elocuente , ni su bien merecido renombre, alcanza­
ron á darle un solo triuufo que pudiera llamarse decisivo, sobre el
contrario espíritu retrógrado. Su liberalismo , aunque grande, sa­
bía un si es no es á escolástico, y era obra IRJBS bien del gabinete,
que del conocimiento del país á que lo debía aplicar. La Junta, sin
embargo, hubiera ganado mucho en tenerlo por tipo de su marcha
y acaso lo hubiera tenido á estar Jovellanos dotado de las con­
diciones precisas para erijirse en gefe de partido. Aquel español
eminente no era esto, ni hombre de Estado. Anciano y achacoso
ademas, carecia, lo mismo que el Conde, del vigor necesario para
ser lo que las circunstancias cxijian en aquella crisis terrible.
Mas fervoroso que él Calvo de Rozas, combatió en la asamblea
por la causa de nuestra reforma interior,con la decisión y energía
que en Zaragoza habia desplegado en favor de la independencia.
Su ardor en medio de eso no bastó á comunicar á la Junta el fuego
propio de la juventud, fuego que ella no podia sentir, atendidos los
viejos elementos de que constaba eu su mayor parte. Todo se re-