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464 TIRIOS Y TROYANOS.
no había en ella sino ardientes y aun frenéticos liberales; mas
por mi fé que perderá la apuesta, porque estos ya he dicho
otra vez que no escendian de 45, y el resto hasta 184, que
fué el número total de firmantes la Constitución aprobada, eran
gente retrógrada y en pugna con la causa de la Libertad, cual
mas por supuesto y cual menos, pero acordes todos al cabo en
mirar de mal ojo esa causa y en pertenecer á otra era muy diferente
de la inaugurada desde la instalación del Congreso. ¿Cómo,
pues, se arregló aquel teclado en términos de salir vencedores
los hombres del partido reformista, no obstante haber tenido
que medirse en la proporción de 1 á 4 con los del bando
antireformador? Fenómeno es esle chocante, y tal que para
haber de darle crédito, será preciso recordar ahora lo que
acerca de él queda dicho al principio del capítulo IX de esta
tragi-cómica historia, añadiendo aquí lo que falte á fin de completar
su esplicacion. Parte, pues, del fenómeno en cuestión consistió,
como allí quedó notado, en ser hombres de bonísima fé
muchos de los del bando absolutista), y prestidigitadores muy
diestros, sin ser menos buenos y honrados, los apóstoles del liberalismo)
trabándose así entre unos y otros una pugna en que al
fin de los fines debia la ignorante honradez ceder los laureles
del triunfo á la parte que á esta última prenda anadia la chispa
y el talento. Esto, empero, no era bastante, porque aunque
inferiores con mucho á los que su adversario oponia, tenia el
bando anti-liberal sus prestidigitadores también, tales como
Inguanzo y Borrull, Gutiérrez de la Huerta y Cañedo; ¿mas
de qué les podia servir su tal cual habilidad, siendo públicas
las sesiones y tan peligroso lucirla facha á facha con el Pue^
blo de Cádiz, cuyo espíritu altamente reformista daba entonces
la ley á la Asamblea? Providencial la publicidad de todo