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LudovicoBertonioMuchosCambios

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44 Ludovico Bertonio<br />

mucho en el lenguaje y modos de hablar generales. Y<br />

así él que sabe bien esta lengua Lupaca sin dificultad<br />

entenderá a los indios de otras provincias y podrá<br />

hablarles todo lo que fuere menester y para que se vea<br />

que esto es evidente, como aquí se dice, no quiero<br />

traer otro argumento si no este.<br />

Muchos Padres de la compañía y yo mismo entre<br />

ellos, no hemos aprendido la lengua Aymara si no en<br />

este pueblo de Juli, que es de la Provincia Chucuito o<br />

Lupaca y salidos después a otros pueblos, y<br />

especialmente a la Villa de Potosí, donde por causa de<br />

las minas hay gran concurso de ¡ indios y<br />

particularmente de la nación Aymara. Sin estudiar otra<br />

lengua, hemos predicado a muchos millares de indios,<br />

y oído grandísimo número de confesiones y aunque<br />

ellos eran de diversas provincias como: Canas,<br />

Canchis. Pacases. Carancas, Quillaguas. Charcas, &c.<br />

fácilmente entendíamos - y éramos entendidos de<br />

todos aquellos indios, por ser todos aymaras, aunque<br />

de diversas provincias, diferenciándonos solamente en<br />

cual y cual vocablo. Pero eso en ninguna manera nos<br />

era estorbo para confesar y predicar con toda la<br />

claridad que conviene. Luego, uno que sabe bien la<br />

lengua de alguna Provincia Aymara, especialmente de<br />

la Provincia Lupaca. sabrá sin falta la de toda la<br />

nación Aymara, excepto algunos vocablos<br />

particulares, bien pocos, como dijimos.<br />

En lo que toca a la dificultad que se halla en aprender<br />

esta lengua, nadie debe asombrarse con la<br />

muchedumbre de los vocablos, porque aunque no los<br />

tome todos, y quiera contentarles con la cuarta parte<br />

de los que aquí se ponen, podrá no solamente confesar<br />

a los indios, sino también predicarles con mucha<br />

suficiencia y copla de todo lo que quisiere decirles. Y<br />

si se han puesto tantos, es porque no puede saberse<br />

precisamente los que a cada uno sean necesarios. Y si<br />

ha tenido atención a la calidad de ellos, que no sean<br />

muy toscos ni. muy exquisitos, porque éstos fueran de<br />

muy poco provecho para la gente ordinaria, y los otros<br />

enfadarán a los que gustan de oír al que corta bien su<br />

lengua. Otros ahora por ventura a quien acobarde el<br />

ver la oscuridad de los modos de hablar y el roden y<br />

frase del lenguaje, que verdaderamente es dificultoso<br />

y bien diferente del nuestro, pero sin duda es menos<br />

que el de la Lengua Latina. Italiana y Española,<br />

porque éstas tienen varias declinaciones de nombres,<br />

varias conjugaciones de verbos, tienen varios géneros<br />

y pretéritos, varios casos con que se construyen los<br />

nombres y verbos, y las demás partes de la oración.<br />

Pero esta lengua se contenta con una sola declinación<br />

de todos los nombres y partes declinables, con.. una<br />

sola conjugación de todos los verbos. no resultan<br />

barbarismos ni solecismos por causa de los géneros o<br />

pretéritos, porque no los hay de suerte que sea<br />

menester mirar en ellos; la construcción de las partes<br />

es tan simple y llana, que no trae consigo dificultad<br />

notable, salvo algunas cosas que piden alguna mas<br />

advertencia y para esas hay reglas muy claras en el<br />

arte de esta misma lengua que, se imprimió en Roma<br />

los años pasados, aunque con algunas erratas de la<br />

imprenta por falta de quien pudiese hallarse a<br />

corregirla. Pues si estudiando uno con voluntad y<br />

aplicación la lengua Latina, al cabo de poco tiempo<br />

sale con ella, con tener las dificultades que se han<br />

tocado, con cuanta mayor brevedad vendrá uno a<br />

saber la lengua Aymara que es tan llana y simple<br />

como se ha dicho especialmente ofreciéndose ocasión<br />

de usar de ella a cada paso, con que se alcanza grande<br />

prontitud en hablarla y mayor facilidad que en la<br />

lengua latina, la cual parece que no se atreve a salir ya<br />

de las escuelas. Pues, fuera de ellas, muy raros son los<br />

que la hablan o se precian de saberla y por este uso<br />

cotidiano y llaneza que dijimos de la Aymara, ningún<br />

padre de esta casa ha habido que en un año no haya<br />

predicado a los indios sueltamente, con solo pensar un<br />

rato lo que había de decir. Habiendo precedido<br />

empero el cuidado que se pide de su parte y<br />

ejercitándose por algunos meses en las cosas que en<br />

las anotaciones de este vocabulario apuntamos.<br />

Pero no son éstas las mayores dificultades que se<br />

hallan en aprender esta lengua. Otras hay mayores que<br />

suelen entibiar mucho aún a los que se sujetan de<br />

buena gana al trabajo. La una es la poca capacidad<br />

que echan de ver en los indios. La otra la poca<br />

esperanza que tienen de coger fruto después de haber<br />

trabajado. Por ver que los indios son tan mal<br />

habituados, tan llenos de espinas y abrojos, sus<br />

corazones que la semilla de la divina palabra que en<br />

ellos se siembra no puede frutificar, y finalmente, que<br />

es tiempo perdido el cultivar esta gente. Dificultoso<br />

negocio es deshacer una opinión tan asentada en el<br />

común sentir de los hombres y nacida de lo que<br />

comúnmente todos vemos por experiencia y por eso<br />

no puede negarse, y es necesario concederlo. Pero por<br />

otra parte la fuerza de esta razón por grande que sea<br />

no se extiende a tanto, que por ella debamos dejar<br />

totalmente el cuidado de procurar remedio de tanta<br />

gente y sufrir que a vista de ojos, el común enemigo<br />

del linaje humano triunfe de las almas redimidas con<br />

precio tan costoso. Pues el Redentor de ellas, como<br />

refiere San Lucas en el capitulo. 10. de su Sagrado

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