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mos que hemos expuesto al tratar del método
•de beneficio de monte bajo.
Pueden hacerse claras cuando sea preciso,
tanto en los resalvos como en los sobresalvos,
y también está admitido el cortar algunas
ramas á los primeros para que no den sombra
excesiva.
ESCAMONDA.—El olmo es la especie que
mejor se presta al método de beneficio de escamonda,
que consiste en cortarlas ramas laterales,
conservando la guía. Aquéllas se producen
fácilmente por el desarrollo de las yemas,
que se verifica con abundancia y rapidez
•en el olmo. Este método de beneficio se combina
perfectamente con el aprovechamiento
de pastos, el cultivo de prados artificiales y
las labores agrícolas, permitiendo emplear las
hojas y ramillas en la alimentación del ganado
lanar y cabrío. Debe aplicarse especialmente
la escamonda á los árboles situados en
las lindes de las heredades, márgenes de los
ríos, caminos, alamedas, etc. La supresión de
las ramas permite que los árboles puedan estar
más próximos entre sí que si se tratase de
un monte alto ó bajo.
Como el objeto de este método de beneficio
es comúnmente el de aprovechar las hojas y
ramillas para el ganado, el turno debe ser de
dos á cinco años.
Los cortes de las ramas deben ser limpios é
inclinados al exterior, evitando las desgarraduras
y retención del agua. Se ejecutarán
junto al tronco cuando el árbol sea todavía
vigoroso, ó bien á la distancia de algunos centímetros
del mismo cuando haya empezado á
descomponerse interiormente. La época más
conveniente para la corta es la de Agosto á
Septiembre.
El tronco suele conservarse bastante sano
•con este método de beneficio, pero raras veces
produce maderas de buenas condiciones
para la construcción.
CULTIVOS.—Considerado el olmo como árbol
forestal, pocas veces exige grandes cultivos,
tanto porque no forma por lo común
masas considerables, cuanto porque su semilla
ligera facilita la repoblación natural, aun
á grandes distancias. La eventualidad de que
pueda presentarse alguno de los casos enumerados,
y la aplicación que del olmo se hace á
las plantaciones lineales, nos obligan, sin embargo,
á tratar de su cultivo, auu cuando, siguiendo
el mismo plan que hemos observado
hasta aquí, prescindiremos de los principios
.generales, para ocuparnos únicamente de los
peculiares ó propios de la especie arbórea de
•que se trata.
SIEMBKA.—La época de la maduración de
la semilla se reconoce fácilmente por las semillas
aisladas que se desprenden. Las primeras
que caen son, por lo común, vanas; así es
•que sólo deben recogerse las que se desprendan
más tarde. La semilla del olmo es generalmente
abundante; se halla colocada en
hacecillos en las ramas, y puede recogerse
cómodamente cortando las ramitas, de las
cuales se separa con facilidad cuando está
madura. No conviene dilatar mucho la recolección,
porque de lo contrario la semilla sería
arrebatada por el viento.
La facultad germinativa de la semilla en
cuestión sólo se conserva con seguridad hasta
la primavera próxima. Para guardarla debe
colocarse en un sitio ventilado, bien extendida
y removerla varias veces al día, porque si
no se calienta y se hace inservible. También
se coloca en sacos viejos que se suspenden
del techo de una habitación ó en cajones agujereados,
pero por muchas precauciones que
se adopten, no puede conservarse en buen estado
más de un año.
Como las semillas vanas son muy abundantes
y la facultad germinativa dura poco tiempo,
es preciso antes de ejecutar la siembra,
cerciorarse minuciosamente de la bondad de
aquéllas. Este examen es sobre todo muy necesario
cuando la semilla se adquiere por
compra, porque los comerciantes suelen cometer
fraudes que pueden dar lugar á considerables
perjuicios. El medio más seguro para
dicho fin consiste en sembrar una pequeña
cantidad de semilla en una maceta llena de
buena tierra, resguardándola durante el invierno
del frío y las heladas, y observando el
número de plantitas que se desarrollan. Si
éste llega al 75 por 100, la semilla puede darse
por muy buena, debiéndose desechar por
mala la que no dé más de 25 plantas por 100.
Hay que precaverse del fraude que cometen
algunos vendedores mojando las simientes
para que pesen más. Reconócese éste tomando
un puñado de semillas y comprimiéndolas
fuertemente con la mano; si quedan muchas
adheridas, es que han sido mojadas. Según
Gwinner, un hectolitro de semilla de olmo
pesa 3,953 kilogramos.
El terreno mejor para la siembra es el gredoso,
fresco, substancioso y suelto, ó arenoso
con humus, auu cuando sea algo seco. Debe
darse al terreno una cava de 25 á 30 centímetros
de profundidad, y limpiarlo bien de malas
hierbas. Lo más conveniente para el olmo es la
siembra por fajas ó espesillos, porque de esta
manera puede ejecutarse con más facilidad y
esmero la limpia del terreno, evitando que
las hierbas ahogueu á las plantas.
La cantidad de semilla necesaria para sembrar
á voleo una hectárea es, según Gwinner,
de 27,739 kilogramos; según Cotta, de 36,300,
y según Hayer, de 16,288 á 27,559. Para la
siembra á fajas pueden emplearse los dos
tercios de aquellas cantidades; para hacerla
por espesillos, una mitad, y para la siembra á
golpes, un cuarto.
La cubierta, en todos los casos, no debe
exceder de medio centímetro de tierra. Si
después de la siembra sobreviene un tiempo
seco ó grandes calores, debe humedecerse el
terreno, si es posible, por mañana y tarde.
La dificultad que ofrece la conservación de
la semilla de olmo hace preferible la siembra
I inmediatamente después de la recolección,