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NIT — 47 — NIT<br />

Tan importante es el papel del nitrógeno<br />

en las materias orgánicas que le contienen, que<br />

muchos fisiólogos calculan el valor nutritivo de<br />

los alimentos por la cantidad de ázoe que entra<br />

en ellos. Partiendo de esa base, se han redactado<br />

tablas en que aparecen clasificados los<br />

alimentos, teniendo en cuenta los efectos de<br />

los demás principios que en ellos entran, grasos<br />

ó neutros. Los agrónomos, por su parte,<br />

han concedido gran importancia al nitrógeno<br />

contenido en los abonos, y le han adoptado<br />

tambi<strong>é</strong>n por base, siguiendo á Payen y Boussingault,<br />

para la clasificación de esas substancias<br />

fertilizantes. Bu resumen, es innegable el<br />

valor del ázoe como elemento integrante de<br />

los organismos animales y vegetales, siquiera<br />

los científicos no est<strong>é</strong>n de acuerdo respecto de<br />

la forma en que los segundos se le asimilan.<br />

Unos, con M. Ville, sostienen que las plantas<br />

pueden asimilarse el nitrógeno gaseoso de<br />

la atmósfera y hacerle concurrir á la formación<br />

de substancias albuminoideas; otros, con<br />

M. Boussingault, niegan que haya nitrógeno<br />

asimilable en la atmósfera, exceptuando el que<br />

entra en alguna combinación nítrica ó amoniacal.<br />

Además de esa fuente de nitrógeno, es<br />

decir, de la atmósfera, existe otra, mucho más<br />

importante para las plantas: los terrenos en<br />

que se descomponen detritus orgánicos, y que<br />

bajo la forma de nitratos y sales amoniacales,<br />

sumiuistran el ázoe necesario para el desarrollo<br />

de las plantas. Los partidarios de la asimilación<br />

directa del nitrógeno de la atmósfera por<br />

los vegetales no admiten naturalmente la clasificación<br />

de los abonos por la proporción de<br />

ese gas que contienen, y algunos afirman que<br />

esa3 substancias sólo obran en virtud de sus<br />

elementos minerales. Mas el hecho es, sin pretender<br />

tomar parte en la pol<strong>é</strong>mica, que los<br />

más estimados y eficaces son precisamente los<br />

abonos más ricos en nitrógeno y sus compuestos,<br />

como el ácido nítrico, las sales amoniacales,<br />

etc., etc.<br />

Precisamente el mismo Boussingault ha<br />

observado, por experiencias directas, que las<br />

semillas echadas en un suelo est<strong>é</strong>ril, desprovisto.de<br />

materias azoadas asimilables, y que<br />

contenía fosfato de cal y silicatos y carbonatos<br />

alcalinos, funcionando en presencia del ácido<br />

carbónico esparcido en el aire ó disuelto en el<br />

agua, habían producido solamente plantas raquíticas,<br />

y sólo habían absorbido del aire 2 ó<br />

3 miligramos de nitrógeno. Por lo demás, los<br />

que niegan la asimilación del ázoe gaseoso de<br />

la atmósfera no han incurrido en la obcecación<br />

de desconocer la eficacia de las substancias<br />

minerales en el desenvolvimiento de las<br />

plantas, y tienen en cuenta la cautidad de<br />

ácido fosfórico en estado de fosfato que los<br />

abonos contienen. Tampoco desconocen la importancia<br />

de los demás elementos minerales<br />

que aparecen en las cenizas, y que solamente<br />

escasean en algunos terrenos verdaderamente<br />

excepcionales. Para concluir estas indicaciones<br />

diremos que no ha terminado ni mucho<br />

menos el reinado del ázoe, y que los agricul­<br />

tores deben continuar valorando los abonos<br />

por las proporciones de nitrógeno y ácido<br />

fosfórico que contengan.<br />

En tres estados puede hallarse el nitrógeno<br />

en los terrenos, á saber: 1.° El ázoe de las<br />

substancias orgánicas sin descomponer, ó el<br />

que forma compuestos insolubles con los elementos<br />

minerales del suelo. En esa primera<br />

clase figuran las substancias azoadas contenidas<br />

en las camas de los animales, en los desechos<br />

de las cosechas, ea las deyecciones, etc.,<br />

que todavía no han sufrido la fermentación y<br />

que despu<strong>é</strong>s de experimentarla han dado compuestos<br />

nitrogenados solubles, de los cuales se<br />

han apoderado algunos elementos del terreno,<br />

tales como la alúmina, el óxido de hierro.—<br />

2.° El ázoe mineral procedente de la descomposición<br />

de esas mismas materias orgánicas, que se<br />

encuentra en el suelo, ya eu estado de sales<br />

amoniacales, ya en estado de nitratos.—3.° El<br />

ázoe de los compuestos nitrogenados solubles.<br />

Cuando se trata coa agua destilada una mu<strong>é</strong>s<br />

tra de tierra, desecada previamente, el agua<br />

ligeramente amarillenta resultante de la filtración,<br />

deja despu<strong>é</strong>s de evaporada en el ba<br />

ño-maría, un residuo bastante cuantioso, cuya<br />

naturaleza es á la vez mineral y orgánica. Si<br />

se incinera, queda destruida la parte orgánica,<br />

y se obtienen cenizas completamente blanca?.<br />

Las materias del residuo, descompuesta por<br />

el calor, resultan formadas: 1.°, por sales amoniacales;<br />

2.°, por una materia orgáiica no nitrogenada.<br />

La parte mineral contiene casi todos<br />

los elementos inorgánicos que aparecen<br />

en las cenizas vegetales.<br />

Si la materia orgánica nitrogenada soluble<br />

que existe en el extracto de tierra pasa directamente<br />

al vegetal y contribuye con su nitrógeno<br />

á la formación de los compuestos proteicos,<br />

aún no lo ha aclarado la ciencia. De los<br />

tres diferentes estados bajo los cuales aparece<br />

el nitrógeno en los terrenos, resulta que sería<br />

erróneo apreciar la feracidad de las tierras solamente<br />

por la cantidad de ázoe ó nitrógeno<br />

que contienen. Es preciso distinguir en ellas<br />

el ázoe asimilable del ázoe de reserva. El asimilable<br />

es el nitrógeno mineral, y tal vez el de<br />

los compuestos solubles; el de reserva es el<br />

contenido en las materias orgánicas aún no<br />

descompuestas. El primero represeuta la fecundidad<br />

inmediata del terreno; el segundo<br />

el capital paralizado de los abonos. Por lo tanto,<br />

cuando se iutroducen abonos en una tierra,<br />

la fermentación que experimentan transforma<br />

una parte de esas substancias en compuestos<br />

bastante estables para resistir á la acción<br />

asimiladora de los vegetales. De ahí la necesidad<br />

de emplear en el cultivo intensivo mayor<br />

cantidad de abonos que la utilizada por las<br />

plantas, puesto que una parte de ella ha<br />

de quedar en estado pasivo y no obra como<br />

abono. Por lo demás, esa pasividad de la materia<br />

orgánica no es definitiva. Bajo la influencia<br />

de circunstancias atmosf<strong>é</strong>ricas favorables,<br />

y de operacioues mecánicas á que los<br />

terrenos son sometidos, y aun de la misma

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