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EÜB — 679 — RUB
año anterior. La grana se cubre con una capa
de tierra muy delgada; las raíces se entierran
á una profundidad de 10 centímetros próximamente.
Calcúlase que la plantación de una
hectárea, donde el cultivo es esmerado, exige
40 ó 50 jornales y 3 ó 4.000 kilogramos de
raíces, cuyo precio solía ser de 80 á 100 pesetas
kilogramo. La siembra con grano es menos
dispendiosa, y solamente da buenos resultados
en los terrenos adecuados para la vegetación
de la rubia, y siendo la semilla de
buena calidad. La cantidad de ésta para una
hectárea oscila entre 70 y 120 kilogramos. En
Alsacia, donde se emplean las raíces para la
propagación, se separan los lomos unos 30
centímetros solamente, y las plantas de cada
línea 10, siendo extraídas las raíces á los diez
y ocho meses. En los rubiales sembrados, los
franceses tardan generalmente dos años y medio
en sacar la raíz; en España muchos cultivadores
dejaban vegetar la planta durante
cuatro y cinco años. Al tercer año disminuye
el producto anual, pero los jugos colorantes
van siendo mucho más ricos, y de ahí que
hayan sido tan estimadas las rubias de Levante,
llamadas alizaris, y las de muchas comarcas
de España en los grandes mercados europeos.
En Francia mantienen los campos mullidos
y limpios de malas hierbas, primero con una
vigorosa labor de rodillo, y luego con escardas.
Antes de entrar el invierno se echa sobre
los lomos tierra recogida de los surcos, lo que
exige diez ó doce jornales por hectárea. Las
porciones de tallo que quedan cubiertas de
esa suerte se convierten luego en excelentes
raíces. En las comarcas cálidas pueden ser beneficiosos
los riegos moderados. En el otoño
del segundo año se cortan los tallos, y si ha
madurado la grana, se recoge sacudiendo las
ramas con una horca sobre una tela. Esas ramas
dan un excelente forraje verde, en cantidad
de 4 á 5.000 kilogramos por hectárea.
Tiene la propiedad de teñir de rojo los huesos
de los animales. Las raíces se sacan cavando
con azada ó azadón, siendo necesario emplear
en esa labor de 130 á 240 jornales por hectárea.
Se puede abreviar la tarea empleando
arados de desfondar para abrir los lomos de
los surcos, completando el trabajo obreros
que se colocan á lo largo de los surcos.
Una vez extraídas las raíces, se ponen á
secar al aire libre ó en estufa, y pierden las
tres cuartas partes de su peso. En los rubiales
de dos años y medio se obtienen 3.500 kilogramos
de raíces secas por hectárea y aun
á veces 5.000. El suelo resulta mejorado á
consecuencia de las profundas labores, pero
hoy no debe recomendarse ese antes lucrativo
cultivo, porque no tiene salida la raíz de la
rubia en los mercados.
RUBUS.—Género de plantas de la familia
de las Rosáceas. Su estudio es muy difícil, y
los botánicos que le han dedicado su atención
han establecido un gran número de especies,
cuyos caracteres no son en lo general muy
aceptables. Comprende muchas ó casi todas
las plantas leñosas ó leñosillas que se conocen
con el nombre vulgar genérico de zarzas.
Estos vegetales se multiplican con gran rapidez
y abundancia en los montes, cubriendo á
veces el suelo y dificultando extraordinariamente
el tránsito y la repoblación. Por lo demás,
suelen desaparecer por sí mismas, cuando
el terreno, no poblado de otra especie de
más talla, pierde su antigua fertilidad, ó bien
cuando la vegetación arbustiva ó arborescente
predomina y forma una cubierta espesa.
Los frutos son comestibles, especialmente
los del Rubus ida>us, L., que con la fresa constituyen
las frutillas más agradables que se
encuentran en nuestros bosques. Están formados
por una agrupación de pequeñas bayas,
sobre receptáculo carnoso. Todas las especies
son más ó menos espinosas. El nombre genérico
proviene de la voz céltica Rub, que significa
rojo, color del fruto en muchas de sus
especies.
Cultívanse en los jardines la mayor parte
de las conocidas; algunas de ellas espontáneas
en los montes españoles. Son las de esta clase
las siguientes:
Rubus idaius, L.—Nombres vulgares: Churdones
(Pirineo aragonés) y Gers (Pirineo
catalán). En Castilla se llama frambuesa al
fruto , usándose para hacer bebidas refrescantes.
Se distingue esta planta por sus hojas de
cinco á siete hojuelas oposito-imparipinadas
las inferiores, las superiores temadas; hojuelas
oblicuamente ovales, acuminado dentadas,
blandas-, blanco-tomentosas por debajo, y la
hojuela terminal cordiforme en la base, con
pecíolo muy largo; las hojuelas laterales, sentadas;
flores pequeñas blancas; fruto aromático,
rojo, velloso, compuesto de numerosos carpelos
adherentes, insertos sobre el receptáculo,
que es cónico. Florece la planta en Junio,
y forma un arbusto de 1,50 metros, de tallos
estériles, derecho-arqueados, arredondeados,
glaucos, cubiertos de aguijones derechos, finos
y setáceos. Las raíces son penetrantes y echan
sierpes.
La gran facilidad que tiene este vegetal
para echar brotes, le hace temible en los repoblados
de los montes, porque forma masas
espesas de difícil extirpación, las cuales aumentan
por los renuevos cuanto más se los
roza. Afortunadamente, esta maraña desaparece
por sí sola al cabo de ocho ó diez años.
Cultívase el R. idarns con el objeto de aprovechar
sus frutos.
Rubus dumetorum, W. et N. (R. casius?
Linneo) Especie que se encuentra en Cataluña,
Rioja, Granada, etc. Suele hallarse en las
lindes de los caminos. Arbusto de tallos rastreros
ó echadizos, con aguijones débiles, apenas
encorvados; hojas de tres á cinco hojuelas,
lampiñas ó pubescentes, nunca blancas por
debajo, ovales, doblemente dentadas; las flores
aparecen en Junio, y son blancas, con los pétalos
abiertos, dispuestas en panícula sencilla;