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decir que conocemos las circunstancias que
ponen en juego y que acompañan al ejercicio
de la nutrición; pero esta función, como la
mayoría de las de la economía, ignoramos
completamente su verdadero mecanismo. Vemos
las substancias nutritivas sometidas á la
acción de los órganos digestivos, cambiarse
en una parte fluida que, asimilándose más y
más, se cambia en un líquido llamado quilo.
Ese líquido es absorbido en su paso por los
intestinos delgados, por los vasos linfáticos,
y es lo que constituye la absorción intestinal.
Esos vasos, reuniéndose fuertemente al tronco
común que se une al sistema venoso, y vierte
en el torrente de la circulación sanguínea los
productos de la absorción. La sangre, enriquecida
con esas nuevas partículas nutritivas,
las conduce en seguida á los pulmones, donde
es vivificada por su contacto con el aire atmosférico,
del que toma algunos principios;
vuelve al corazón, de donde se esparce á las
diversas partes del cuerpo. En esta nueva
parte de su circulación al través de los órganos
que recorre, la sangre se despoja de sus
partículas más fluidas, suministra á las diferentes
glándulas los principios de su secreción
, y por la división siempre creciente en
los vasos, llega hasta el tejido de los órganos
donde se opera la nutrición. Aquí principia
la incertidumbre y el campo de las hipótesis.
A que la materia nutritiva sea por todas partes
idéntica, se convierte sin embargo en tantas
sustancias distintas que hay de elementos
orgánicos; pero esos cambios son inapreciables
á la vista del observador; parece que al
cumplirse esa función tan compleja, que cada
tejido se vuelve un órgano secretor particular,
elaborando cada uno un fluido especial,
que por una causa desconocida se convierte
en la substancia misma del órgano que la ha
separado de la sangre.
La nutrición, asunto tan complicado en el
hombre y en los animales de un orden superior,
se simplifica á medida que la organización
presenta más sencillez. Así es que, en los animales
de un orden muy inferior, los infusorios,
los gusanos y algunos moluscos, las
funciones asimilativas están reducidas á la
absorción y á la asimilación. Los animales que
viven en el agua absorben por todos los puntos
de su superficie externa los materiales
nutritivos que absorben en el fluido ó medio
en que se mueven, y sin que puedan seguir
ese fluido, que es inmediatamente empleado
para entretener y acrecentar los tejidos.
Lo mismo ,tiene lugar en los vegetales, en
virtud de una, fuerza de secreción que absorben
en la atmósfera, y en el seno de la tierra
las substancias sólidas, líquidas y gaseosas
que deben emplear en su nutrición.
Hemos visto el movimiento de composición
del cuerpo, ó sea la nutrición; detengámonos
ante una fuerza inversa ó de descomposición,
de lo que sólo hemos indicado algo á la ligera.
La descomposición es el resultado de la
acción absorbente que tiene lugar en el interior
de todo órgano, y por lo que éste ha tomado
una cantidad de material igual á la de
los materiales nuevos que se han depositado
en el movimiento de composición. Esta acción
absorbente, que continua, descompone
el organismo. Es necesario conocer que en el
interior de todo organismo y en todo parénquima
se encuentra gran número de vasos absorbentes,
encargados de recoger los materiales
usados por los órganos y los restos de la
nutrición. Pero que sin los vasos absorbentes
que efectúen la descomposición, según las
creencias de hoy, que son á la vez las venas
y los vasos linfáticos, no hay acción descomponente.
Así se admite que las radículas venosas linfáticas
absorben en la profundidad de todos
los parénquimas una porción de la substancia
de los órganos, una porción que iguala á
la que resulta en el fenómeno de la composición
, de la solidificación de la sangre. ¿Pero
cómo tiene lugar esa absorción ? Es una de
esas acciones moleculares que se ocultan á
nuestras investigaciones, y que no se conoce
tener lugar sino por los resultados; en segundo
lugar, es una acción que es el producto de
la actividad especial de los vasos absorbentes,
pues la integridad de esos vasos es una condición
necesaria para que tenga lugar; la acción
de absorción no se puede asimilar á una
acción mecánica, física ó química, y por consecuencia,
y hay que decirlo, que es una acción
orgánica vital. En efecto, en vano se ha
intentado la asimilación á la atracción, y los
fenómenos de los tubos capilares es una acción
que es también elaboradora, es decir,
que tiende á dar á la materia sobre que opera
una forma nueva. En efecto, al mismo tiempo
que las radículas absorbentes venosas y linfáticas
chupan las substancias de los órganos,
modifican esas substancias, elaboran y fabrican
un líquido que es, como hemos dicho, el
quilo absorbido en los intestinos que entran
en la circulación venosa, para ser modificado
en el pulmón por su contacto con el aire.
En asunto tan difícil de tratar, y mucho
más en este sitio, en que la concisión es lo
principal, creemos suficiente lo dicho para
formarse una idea.
J. de Hidalgo Tablada.