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viva aún, un plátano plantado el año 1752,
que medía entonces 27 metros de altura, 3,75
de circunferencia á la distancia de 1,50 metros
del suelo, y cuya copa era notable por su
gran amplitud y vigor.
Los hermosísimos y colosales plátanos de
los paseos de las cercanías de Aranjuez son
bien conocidos de todo el mundo, para que
haya necesidad de recordar aquí su magnificencia
y su soberbio desarrollo.
Las raíces del plátano son profundas, y al
mismo tiempo muy cundidoras. La corteza
de este árbol es muy característica por la propiedad
de que goza de desprenderse periódicamente
en placas y de ser siempre lisa. Al
principio está constituida como la del haya,
apareciendo después de la caída precoz de la
epidermis, una capa de líber, el paréuquima
verde y la cubierta suberosa bajo la forma de
un peridermo superficial, liso y gris. Al poco
tiempo se desarrollan en diversos sitios del
parénquima verde, láminas irregulares de un
peridermo interno, seco, duro y leñoso, las
cuales hacen que se caiga todo el tejido que
las recubre, sufriendo éstas á su vez, de año
en año, la misma suerte, sustituyéndolas otras
que se forman debajo de ellas. El líber goza
de una vegetación poco activa; no hace más
que dilatarse, engruesando poco. Creen algunos
botánicos que el rápido crecimiento de
este árbol es motivado por el fenómeno de
descortezamiento descrito, merced al cual no
es comprimida la capa generatriz del cambium,
como sucede con los árboles cuya corteza
no se esfolia y cae, antes bien se aprieta
más y más al engruesar.
Prospera este vegetal en las llanuras ó terrenos
poco quebradizos, siéndole contrario
el clima de las montañas. Requiere un terreno
ligero, fresco y fértil, dándose bien en los
suelos profundos y húmedos, á orillas de los
ríos y arroyos, y de los cauces y canales. Su
productibilidad en volumen debe fijar la atención
del labrador. Se parece mucho al álamo
en el curso de su crecimiento; á los cuarenta
'ó cincuenta años suele tener 12 á 15 metros
de altura y medio metro de diámetro.
Hállase este árbol en muchas poblaciones
y algunas heredades de nuestro país, aunque
mucho menos de lo que es de desear. No ha
pasado todavía á los montes, pero no faltan
forestales que recomienden su introducción en
ellos, con tal que no se olviden sus exigencias
de suelo fértil ó de primera calidad, y las de
holgado espacio entre los individuos, á causa
de la mucha amplitud que adquieren las copas.
Se reproduce el plátano de semilla, brote,
estaca y acodo. Para la recolección de la semilla
hay que tener presente que si bien la
fructificación es anual y abundante, en nuestros
climas suelen ser muchas semillas vanas,
no pasando las buenas de un 20 ó 30 por 100
del total producido. Esto exige que las siembras
se hagan espesas. La diseminación se
efectúa por la desagregación de los amentos
fructíferos, cuyos aquenios se separan y caen
del otoño á la primavera, según sea la temperatura.
Si la siembra se ha de hacer en la
primavera, se estratifica la semilla en arena ó
tierra, para resguardarla de las heladas. Púnese
la simiente en tierra fresca y mullida, al
abrigo de la sombra, enterrándose muy poco.
Si se ha hecho la siembra en invierno, las
plantitas aparecen á la primavera siguiente.
A los dos años se puede hacer ya el transplante
al vivero. El plátano procedente de
semilla es más pequeño, pero más fuerte y
vigoroso que el de estaca.
Para multiplicar este árbol por estacas se
ponen éstas á fines de invierno en tierra mullida,
hasta la profundidad de 50 á 80 centímetros,
mezclada con estiércol bien consumido.
Deben ser aquéllas de brotes del año
anterior, de unos 60 centímetros de largo,
clavándose en tierra unas tres cuartas partes,
cuidando al cortarlas de hacerles un par de
líneas sobre la última yema que se conserve,
para que el brote cicatrice la cortadura, la
cual se cubrirá, para preservarla del aire
atmosférico, con ungüento de ingeridores. Las
estacas se ponen á 70 ú 80 centímetros de
distancia cada una, á fin de que tengan espacio
donde extender las raíces y poder sacarlas
con facilidad, sin herirlas al hacer el transplaute.
La almáciga se conservará húmeda y fresca,
esponjada y libre de malas hierbas, para lo
cual se regará á menudo y se escardará cuando
lo haya menester.
Para tener árboles hermosos se plantan las
estacas de asiento, se labra el terreno todos
los años, y se riega cuando lo necesite, y aunque
al principio vegetarán aquéllas lentamente,
después crecerán con rapidez, ganando el
tiempo perdido.
De éxito más seguro y rápido es el acodo.
Se hace éste enterrando las ramas, las cuales
se arraigan lo bastante para poder ser trausplantadas
al otoño del mismo año, suponiendo
que los acodos se hayan puesto en primavera.
Sufre bien la poda el plátano, y hay quien
dice que la puede soportar en todo tiempo,
fundándose en que su vegetación es tau activa
que cicatriza en seguida las heridas que se hacen;
pero lo más prudente es esperar á la caída
de las hojas para practicar aquella operación.
La madera de este árbol tiene mucha seme 1
janza con la del haya por la estructura, aspecto,
buenas cualidades y defectos. Es de color
pardo, con las capas anuales muy visibles y
onduladas, con poros comunes en grupos de
uno á seis, bastante delgados y uniformemente
distribuidos; con tejido amallado algo confuso,
y con espejillos anchos y numerosos.
Resiste mejor la humedad que la del haya, y
sirve para timones de arado, ejes, bicheros
(excelentes por su elasticidad), tablazón,
obras de torno y aun ebanistería, porque recibe
un pulimento que, junto con su color
claro, la hace sumamente apreciable; su densidad
entra en los límites de 0,642 á 0,782.