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OÍD '6 — OÍD
anterior, hasta la completa consunción del
globo del ojo. La afección puede ser debida á
la herencia, á una predisposición individual
y á la influencia de las humedades. También
se han citado otras muchas causas más ó menos
reales. Los síntomas son: en un principio,
rubicundez, sensibilidad, lagrimeo y ligero
enturbiamiento de los humores. Dura tres ó
cuatro días ese período; en el siguiente se
forma un depósito blanquizco con coágulos,
que va adquiriendo paulatinamente color de
hoja muerta, y ocupa la parte baja de la cámara
anterior, donde toma la forma de una
exudación cóncava por la parte superior. A
veces se observa que se extiende por la cámara
posterior también. La región superior conserva
toda ó parte de su transparencia, y
luego que se forma el depósito, se ve que el
iris está muy contraído y rojo, y que el cristalino
se ha enturbiado más ó menos. A los
diez ó doce días el depósito cambia de color,
se vuelve gris y parece que es reabsorbido.
Poco á poco desaparecen los síntomas profundos,
y al mismo tiempo la irritación de las
partes exteriores. La duración total de esa
serie de fenómenos es de unos quince días.
Después de ese primer caso, en épocas indeterminadas
, se presenta el segundo, el tercero,
etc., dejando huellas tanto más perceptibles
cuanto más frecuentes son los accesos. Las
pestañas se caen en parte, se pone rígido el
ángulo interno del ojo y forma un ángulo obtuso.
Los movimientos de la pupila son menos
precisos; el cristalino se vuelve amarillento,
disminuyendo su transparencia, y acaba por
ponerse completamente opaco, formándose la
catarata y atrofiándose, por último, más y más
de día en día el globo del ojo. Comparando
éste con el sano, es como se aprecian mejor
esos caracteres. Él quinto ó sexto acceso provoca
generalmente la pérdida de la visión y
la consunción del ojo. A veces se han observado
oftalmías simpáticas. Contra el padecimiento
sólo se puede recomendar la profilaxis;
prescindir de los reproductores que sufren
la afección; alimentar bien á los animales, y
acaso el trasladarlos á diferente comarca. Se
ha aconsejado la extirpación del ojo enfermo,
para evitar la oftalmía simpática. Considérase
ese género de oftalmía como vicio redhibitorio
en muchas naciones, debiendo fijarse el
plazo de observación en treinta días por lo
menos; en muchos casos, un solo acceso no
basta para determinar la índole de la afección.
Oftalmía verminosa. —Afección causada por
la filaría papilosa en el caballo, en el buey, en
el carnero y en el perro. Es muy rara, y para
combatirla se ha recomendado la tintura de
áloes.
G. Aguilera.
OIDIUM (Oidium tuckeri).—Hongo que
desde mediados del siglo comenzó á causar estragos
en las vides, y cuya aparición observó
Tucker por vez primera el año 1845 en algunas
parras de Márgate, puerto del Sudeste de
Inglaterra. Poco después apareció en las cercanías
de París, en Bélgica y en el Norte de
Francia. El año 1850 existía ya en el Bórdeles,
en España y en Italia, y tres años después
había invadido la enfermedad casi todos los
viñedos europeos, habiendo sido sus estragos
tales que en varias comarcas se juzgó necesario
arrancar las cepas.
El naturalista inglés Berkely, que estudió
el hongo, le clasificó entre las mucedíneas del
género Oidium, y le distinguió con el nombre
de Tucker el primero que observó la criptógama.
Posteriormente el mismo Berkely y
Tulasne le clasificaron entre los erisifos, y le
denominaron Erysiphe tuckeri, mas generalmente
se le designa con la primitiva denominación.
Como las demás especies del mismo
género^ el parásito sólo germina y se desarrolla
al principio en los órganos verdes y tiernos
de la vid, en las yemas, en las hojas, en
Figura 27.—Tallo invadido por el oidium
los tallos y en los racimos, aun hallándose próximos
á la madurez, y por último, llega á atacar
los órganos adultos, la madera vieja y las
raíces. Si se examina una cepa recién invadida,
se observará que ha perdido todo su vigor
y su hermoso color verde; las partes verdes
tiernas parecen cubiertas en toda su extensión
de un polvo blanco poco adherente, el
cual exhala un olor singular á moho. Cuando
la infección adquiere intensidad, se ve la
cepa cubierta de una especie de lepra, que
devora todas sus partes al mismo tiempo, exceptuando
la madera vieja y las raíces.
Las manchas de polvo blanco que cubren
los sarmientos jóvenes adquieren muy luego
un tinte gris, y dan origeu á manchas de color
obscuro más ó menos numerosas, según la intensidad
del mal. Los sarmientos crecen poco,
y las hojas situadas en la extremidad se encrespan
generalmente, y se acartonan y arrollan.
El moho cubre ambas caras, pero especialmente
la inferior, y las manchas blanquizcas
forman un fieltro característico. Todos
esos hechos indican un gran desorden en la