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cuales se pueden formular del modo siguieute,
condensando lo expuesto:
1. a
Los agricultores, lo mismo que las
ilaciones en general, deben profesar como
constante línea de conducta el principio de la
reforma en todo y para todo.
2. a
Antes de admitir una reforma en la
práctica, conviene tener presentes las circunstancias
de clima y suelo de la localidad, así
como las sociales, entre las cuales comprendemos
la población más ó menos numerosa,
la ilustración del vecindario, los mercados
más ó menos concurridos, la moralidad de
los trabajadores, la facilidad de los transportes,
el apoyo que puede prestar la Administración,
etc.
3. a
Jamás, al acometer una reforma, se
confiará ciegamente en el éxito, siendo racional
temer que ocurran accidentes azarosos.
4. a
Jamás se aventurarán en las reformas
de éxito dudoso capitales cuantiosos, y menos
la fortuna de un individuo.
5. a
Al ser posible, precederán á las reformas
de importancia, ensayos poco costosos;
con ellos se adquirirá experiencia, y sobre
todo se tendrán datos ciertos acerca de la
cantidad necesaria para realizarla, y por consecuencia
se podrá calcular con exactitud en
el grado y extensión con que se ha de realizar.
6. a
Es de la mayor importancia que las
reformas que pueden ser de utilidad pública,
se intenten por las asociaciones ó colectividades;
de este modo los fracasos serán más llevaderos,
y es justo y debido que cuando el
beneficio ha de ser general, sea también general
el esfuerzo por alcanzarlo.
7. a
Conviene tener presente que el éxito
de las reformas depende con frecuencia de los
recursos, con que se cuenta para seguirlas hasta
su término. Cuando no se tienen los necesarios,
por buenas que sean, suelen fracasar,
y es común achacar á ellas en principio para
rechazarlas, defectos que sólo existen en la
bolsa de los reformadores.
Ateniéndose á estas reglas de prudencia, no
hay que temer los resultados de la reforma;
ella debe ser la norma de conducta de los
agricultores. El que la rechace, será cada día
más pobre, y al fin víctima infeliz de la concurrencia;
el que, confiado en su eficacia, la
acepte y practique, ése se enriquecerá continuamente,
sobreponiéndose y dominando en
el mercado al que se prosterna de hinojos
ante las prácticas antiguas, no por ser mejores
que las modernas, sino por ser antiguas.
¿Qué fuera del agricultor, qué del mundo
sin la reforma? No conoceríamos más arado
que el timonero, ni más modo de trillar y
aventar que el roce del pedernal y la pala.
Calzaríamos de abarca y vestiríamos de pieles
como nuestros abuelos; nos guareceríamos en
•chozas como nuestros bisabuelos; juzgaríamos
delicioso manjar la bellota y el tasajo con que
•se alimentaban nuestros tatarabuelos. Pero
impulsada la humanidad por el espíritu de reforma,
no hay siglo, no hay año, no hay hora
en que el historiador no pueda registrar algún
adelanto. Un día el río que se desbordaba,
arrasando sus orillas, será encauzado y las
fertilizará con sus aguas, distribuidas con regularidad
y medida; otro día el pantano que
esparcía con sus vapores la enfermedad y la
muerte, será saneado, y sobre su suelo vivirá
una población floreciente; otro día las olas del
mar que impedían que el hombre se estableciese
en sus playas, será contenido, y ved, por
vía de ejemplo, según la descripción de monsieur
Thiers, cómo en el caso último la evolución
se ha realizado.
«Id á Holanda, dice, y examinad sus verdes
y frondosas praderas, pobladas de robustos
becerros; hundid en la tierra un palo, y á 3 ó
4 pulgadas de profundidad hallaréis un subsuelo
de arena estéril. Aquella hierba espesa
y nutritiva que se convierte en leche, y luego
ésta en queso y manteca, y en tal forma se
presenta en todos los mercados del mundo,
nace y se desarrolla á beneficio de un estiércol
de creación puramente artificial. Por medio
de un dique formado de ramas de sauces,
se roba al mar una porción de su arenosa
playa; con el tiempo, el sedimento amontonado
por el flujo y reflujo de las olas, consolida
el dique. Después de haberse apoderado de
aquel suelo arenisco, los naturales lo disponen
de modo que sólo pueda recibir agua del cielo
ó de río, logrando as: desalarlo poco á poco.
La hierba en un- principio es escasa y de mala
calidad; tiene más de junco que de gramínea.
» Establecen luego vaquerías en las recientes
praderas, las abonan con el excremento de
los animales, y acaban por formar una tierra
artificial sumamente fértil.»
Sin la reforma, aquellas playas habrían sido
siempre del dominio del mar, sin beneficio
para el hombre; con la reforma se ha creado
una capa vegetal, cubierta de tierna hierba con
la cual se alimenta y multiplica el mejor ganado
vacuno de leche que existe en el universo.
En todas partes se obtienen del espíritu de
reforma idénticos resultados. Si se extingue
en la sociedad, los desiertos serán siempre
desiertos, y el hombre los recorrerá siempre
en estado salvaje; pero que brille esplendoroso,
y los vastos continentes de la Argelia, de
América, de la Oceanía, se cubrirán de ciudades
, y habitará esas ciudades una población
laboriosa y cada día elevada un grado más en
la escala de la civilización.
M. López Martínez.
REFRIGERANTE.—Dase el nombre de
refrigerante á los aparatos que se emplean
para bajar la temperatura de los cuerpos; sus
propiedades se fundan eu el empleo del aireó
del agua como medios en los cuales se opera
el enfriamiento, es decir:
1.° En la radiación en el aire y en el enfriamiento
por contacto de éste. Es el medio
menos rápido de todos, es el que se emplea
cuando no hay necesidad de otros, sin aparato
especial.
2.° El contacto del agua, cuando no es