29.04.2013 Views

é 3 - citaREA

é 3 - citaREA

é 3 - citaREA

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

EAB — 556 — EAB<br />

do caracteres de nueva raza por el mero hecho<br />

de haberse cultivado en los conejos.<br />

El germen de la rabia se cultiva probablemente<br />

en las c<strong>é</strong>lulas linfoides, y se difunde<br />

por el organismo gracias á las excursiones de<br />

las mismas á trav<strong>é</strong>s de todos los tejidos; de<br />

ahí que no haya órgano que deje de mostrarse,<br />

en todos los casos, completamente desprovisto<br />

de virulencia; lo son todos, más ó<br />

menos, según sean más ó menos ricos en dicha<br />

clase de elementos emigrantes; probablemente<br />

la superior virulencia de los tejidos nerviosos<br />

y de ciertas glándulas obedece, más bien<br />

que á intrínsecas particularidades histológicas,<br />

á la abundancia de c<strong>é</strong>lulas linfoides fitóferas<br />

de que está impregnado su estroma.<br />

Es incuestionable que las lesiones microscópicas<br />

de la substancia puramente nerviosa<br />

son casi nulas con relación á la enormidad<br />

del cuadro sindrómico y de la gravedad extraordinaria<br />

de la rabia. Si el interior de las<br />

c<strong>é</strong>lulas nerviosas fuese el sitio de proliferación<br />

del virus, probablemente las instalaciones<br />

histológicas de los centros serían más notables,<br />

y no se limitarían á esos inconstantes,<br />

poco numerosos y pequeños núcleos de reblandecimiento<br />

blanco ó gris, tal vez debido<br />

á embolias capilares producidas por glom<strong>é</strong>rulos<br />

de c<strong>é</strong>lulas emigrantes.<br />

Dado el estado actual de los conocimientos<br />

sobre esta materia, no es, pues, ilógico suponer<br />

que el germen de la rabia se halle difundido<br />

por todos los tejidos proporcional mente<br />

á la riqueza de los mismos en c<strong>é</strong>lulas linfoides<br />

emigrantes.<br />

Mejor'localizada que el germen parece la<br />

acción del tóxico elaborado directa ó indirectamente<br />

por el mismo. Dejaudo á un lado la<br />

hipertermia que precede á la aparición de los<br />

síntomas nerviosos y la hipotermia que suele<br />

acompañarles, y cuyo mecanismo no se trata<br />

de explicar, hay que manifestar que la acción<br />

química que da origen á los síntomas más<br />

característicos de esta enfermedad parece ejercerse<br />

sobre todo el sistema cerebro espinal,<br />

desquiciando el orden y el concierto de todas<br />

sus funciones; en los primeros momentos predominan<br />

los fenómenos de excitación nerviosa,<br />

á los que siguen profunda depresión y<br />

parálisis. La especie del animal y la rabia del<br />

microbio que origina la infección ejercen indudablemente<br />

influencia para que la acción<br />

del veneno comience á ejercerse preferentemente<br />

en tal ó cual sitio de los centros nerviosos;<br />

esta prioridad induce luego á modificaciones<br />

en el orden y sucesión de los síntomas,<br />

como puede inducirlas la circunstancia<br />

de poder comenzar la infección antes por un<br />

sitio que por otro, sin orden de preferencias.<br />

A propósito de lo que la virulencia puede<br />

persistir en el tejido nervioso, sábese por los<br />

trabajos de Pasteur, Chamberland, Eoux,<br />

Thuillier, que el enc<strong>é</strong>falo y la m<strong>é</strong>dula son<br />

virulentos hasta tanto que los invade la putrefacción.<br />

Galtier pudo comprobar la virulencia<br />

del bulbo de un perro rabioso cuyo<br />

cadáver había estado quince días enterrado.<br />

El Dr. Perráu manifiesta haber tenido<br />

ocasión de ver repetidas veces que la putrefacción<br />

no siempre destruye la virulencia de<br />

los tejidos nerviosos; algunas de las cabezas<br />

de canes hidrófobos remitidas á su laboratorio<br />

durante la estación calurosa llegaron tan<br />

descompuestas, que hasta la pulpa encefálica<br />

olía mal, y estaba reblandecida y putrefacta;<br />

á pesar de esto, se notaba con sorpresa que<br />

morían con el cuadro sindrómico de la rabia<br />

furiosa mejor caracterizada los perros inoculados<br />

con dicha pulpa.<br />

La materia virulenta encerrada herm<strong>é</strong>ticamente<br />

en capilares, conserva su actividad<br />

durante tres semanas en verano; no obstante,<br />

prefi<strong>é</strong>rese para la conservación del virus la<br />

glicerina neutra, á 30° de densidad; este medio,<br />

propuesto por Eoux, es eficacísimo, y ha sido<br />

utilizado por Ferrán varias veces con <strong>é</strong>xito<br />

completo, aconsejándolo tambi<strong>é</strong>n á los m<strong>é</strong>dicos<br />

y veterinarios, quienes en vez de enviar<br />

la cabeza entera del perro, como suelen hacer,<br />

encontrarán mucho más cómodo remitir<br />

al Laboratorio barcelon<strong>é</strong>s un pedazo de bulbo<br />

metido en un pequeño frasco con glicerina<br />

neutra; de este modo la virulencia se conserva<br />

durante cuatro semanas.<br />

Como indudablemente el oxígeno ejerce<br />

una acción atenuante sobre este virus, se ha<br />

ensayado tambi<strong>é</strong>n con <strong>é</strong>xito conservarle en<br />

atmósfera de ácido carbónico.<br />

Aparte de los citados experimentadores, ha<br />

estudiado con notable resultado esta cuestión<br />

el Dr. Celli, quien en sus experimentos ha<br />

podido comprobar que el frío entre 16 y 20°<br />

durante treinta horas no ejerce acción sobre<br />

la virulencia de una emulsión de m<strong>é</strong>dula, y<br />

que el aire comprimido á seis ú ocho atmósferas<br />

de presión durante sesenta horas es tambi<strong>é</strong>n<br />

inactivo.<br />

El calor y la luz influyen decididamente<br />

en la actividad de este virus, destruy<strong>é</strong>ndola<br />

con rapidez. Pasteur había ya observado que<br />

la desecación y el calor la atenúan de manera<br />

que á 20° de temperatura y en ambiente seco<br />

bastan siete ú ocho días para que las m<strong>é</strong>dulas<br />

virulentas queden inactivas por iuoculación<br />

submeníngea.<br />

Cuando el Dr. Ferrán comenzó las vacunaciones<br />

antirrábicas en su laboratorio, siguió<br />

el m<strong>é</strong>todo de Pasteur un poco modificado;<br />

en vez de emplear m<strong>é</strong>dulas, echaba mano<br />

de la pulpa encefálica, mantenida durante<br />

veinticuatro ó más horas á 35°; inoculada á<br />

las veinticuatro horas, daba un período de<br />

incubación de quince á veinte días.<br />

Basta, según Celli, someter una emulsión<br />

de virus rábico durante una hora á 50°, ó<br />

durante veinticuatro horas á 45° para que<br />

pierda su virulencia.<br />

La iufluencia atenuante en algunos agentes<br />

químicos ha sido estudiada por Celli con los<br />

siguientes resultados:<br />

El virus lísico, puesto en alcohol á 15° durante<br />

siete días, no pierde virulencia, puesto

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!