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con el nombre de aguas superficiales; siguiendo
el sondeo hasta romper la capa impermeable
b, llegaremos á la capa permeable c; el
agua que en ella se encuentra tenderá á elevarse
por el agujero practicado, tratando de
gauar una altura correspondiente á la del valle
c, salvo las pérdidas de presión ocasionadas
por los rozamientos.
Supongamos que el caudal de agua obtenido
por este taladro es insuficiente, y que en
vista de las indicaciones geológicas, se ha decidido
continuar la perforación en busca de
otras capas permeables más profundas; se
perfora la capa impermeable d que forma el
asiento de la corriente c encontrada, y se llega
á la capa permeable ra, que procede de otro
valle más alto y cuyas aguas ascensionales
han de ganar mayor altura, sumándose á las
ya obtenidas al derramarse sobre el terreno
en el punto á donde se ejecuta la perforación.
L>el mismo modo, en el caso tomado como
modelo, podríamos avanzar con la perforación
hasta la tercera capa permeable, taladrando
la capa impermeable r y llegar á x,
en cuyo caso el agua tendería á elevarse hasta
s, que es la horizontal que pasa por el nivel
del extremo más elevado de la capa n y
fondo del valle en donde toma su origen; esta
línea n s se llama línea de carga, á la cual no
podrá elevarse el agua por las razones ya indicadas.
La disposición de capas adoptadas como
tipo en la figura anterior no siempre se presenta
en la naturaleza; las depresiones varían
en el terreno y hacen que las capas permeables
suban, bajen y cambien de dirección;
otras veces se juntan en una, dos ó más venas
acuíferas y viceversa; suele suceder también
que una de ellas se divida en varios mantos
superpuestos.
También suele ocurrir que debajo de una
capa impermeable sobre la que corre un manto
de agua, hay otra capa, permeable, pero sin
agua, y en la que se perdería el agua que pasa
sobre ella en el momento en que se taladrase
dicha capa impermeable, perdiéndose en este
caso las aguas obtenidas en la perforación; así
se ha observado al profundizar un pozo artesiano
con aguas escasas, para ver si se aumentaba
su caudal, perderse la poca que antes tenía
por haber continuado el taladro hasta
una capa permeable absorbente que recogía el
agua de la capa superior; ya al ocuparnos de
los saneamientos de terrenos hemos dicho
algo sobre pozos absorbentes para dar salida
á las aguas perjudiciales á los cultivos; por
otra parte, las capas de terreno atravesadas
por la sonda antes de llegar á la vena de
agua, tampoco sou completamente impermeables,
y por lo tanto absorberían una parte de
las aguas ascendentes; esto se evita guarneciendo
el agujero con un tubo de ascensión
destinado á aislar el agua; este tubo debe enchufar
en la capa impermeable inmediatamente
superior á la vena de agua, y su unión
con el terreno debe ser bastante ajustada,
para evitar filtraciones y pérdidas de líquido;
si este tubo se prolonga verticalmente al exterior,
el agua subirá en él hasta cierto punto,
del cual no pasará, adquiriendo un nivel
fijo, que se llama el nivel hidrostático, y podrá
dar la medida de la presión de las aguas
en el pozo.
Las aguas que circulan por una corriente
forzada tienen su movimiento más ó menos
rápido, como las de los ríos, descargándose en
puntos del terreno más bajos en forma de
fuentes; el lecho subterráneo de estas corrientes
suele ser muy ancho, pero lleno de obstáculos,
puesto que está formado por cavidades
y grietas; así ha podido observarse que
perforando dos pozos artesianos á poca distancia
uno de otro, se han obtenido aguas ascendentes
en uno de ellos, y en el otro no ha logrado
encontrarse agua.
Las corrientes suelen ser fuertes en algunas
capas; al profundizar un pozo en Tours, se obtuvo
un aumento en el caudal de agua; pero
ésta, que antes era clara, se preseutó turbia
,—„ por espacio de algún tiempo,
arrastrando desde una profundidad
de 109 metros, residuos
vegetales y conchas de agua
dulce; todos estos restos eran
semejantes á los que dejan en
sus orillas los arroyos después
de una crecida. Estos hechos
establecen de un modo cierto
que las aguas artesianas no proceden
solamente de las filtraciones
sobre capas altas y permeables,
toda vez que pueden
arrastrar cuerpos sólidos más ó
menos grandes, sino que proceden
también de lagos con des-
Figura íflO agües subterráneos, eci los que
se mueven como si fueran verdaderos
canales ó cañerías.
El sondeo ó perforación á grandes profundidades
se puede verificar por tres procedimientos
diferentes: primero, con la sonda de
varilla rígida, que obliga á sacar la sonda
muy á menudo para limpiar el agujero con
aparatos especiales; éste es el procedimiento
más largo y costoso, pero sin embargo es bastante
empleado, porque ocasiona pocos gastos
de instalación; segundo, el sondeo con la
cuerda, llamado método chino, ó de varilla y
cuerda, bastante empleado; tercero, el sondeo
con aparato de varilla rígida tubular, en el
que la limpieza del taladro tiene lugar por el
centro del aparato; vamos á reseñar ligeramente
estos tres procedimientos.
La sonda del primer sistema, ó sea de varilla
rígida, se compone de la cabeza que sirve
para la suspensión del aparato (figura 190),
compuesta de un anillo armado al extremo
de una varilla de sección cuadrada, permitiéndola
girar; esta varilla termina en su extremo
en una cabeza hueca y aterrajada, en
la que puede entrar y fijarse á rosca el extremo
de una varilla.