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interior del recipiente. La penetración del líquido
en el interior de los tejidos leñosos se
completa permitiendo la entrada del aire
cuando se ha enfriado la disolución. Después
de enfriada la madera, se seca en una estufa
para que no quede en ella más que la sal de
cobre cristalizada, la cual impide que la albúmina
de la savia pueda entrar en descomposición,
y luego se sumergen las maderas en una
gran caldera de capacidad suficiente para contenerlas,
donde hay alquitrán en bruto, coaltar,
aceite de brea, creosota, pirolignito de
hierro ú otras materias bituminosas análogas,
que impregnan la madera hasta mayor ó menor
profundidad. Este sistema tiene las ventajas
técnicas siguientes: la sal de cobre dificulta
la putrefacción de la albúmina y el acceso
de los insectos; la ausencia del agua en
la madera impide la fermentación y el desarrollo
de insectos en su interior; la capa impermeable
del alquitrán se opone á que la humedad
atmosférica penetre en el interior. En
cambio, tiene en la práctica los inconvenientes
de exigir tres operaciones sucesivas y tres
aparatos diversos, lo cual dificulta que se generalice,
porque resulta, aunque perfecto,
poco económico.
Otro procedimiento muy recomendable para
las maderas labradas, es el de M. Brunet, el
cual hace uso del cloruro de cinc. Se introducen
las maderas en una caldera, y se las somete
durante tres horas á una corriente de vapor,
hasta que obtengan una temperatura de
70 á 80°; cuando ha salido toda la savia, se
vacía la caldera con una bomba, operación
que dura uua hora, y después se introduce en
ella, bajo la presión de ocho atmósferas por lo
menos, una disolución de cloruro de cinc,
conservándose la presión durante unas seis
horas. El total de tiempo invertido son unas
nueve horas, y el coste de la operación resulta
bastante económico, siendo este procedimiento
el que se recomienda, con preferencia
á los de Boucherie y de Bethell, en la Memoria
sobre diversos medios de inyección de
las maderas, presentada en 1864 por el ingeniero
Buresh á la Sociedad de Ingenieros de
Sajonia, la cual premió dicho trabajo.
Apoyándose en la observación de que la
madera dura más cuanto mayor es la cantidad
de ácidos tánico y gállico que contiene,
como sucede en la encina, el antiguo alumno
de la Escuela Industrial de Nancy, Mr. Hanzfold,
propone como medio de conservar las
maderas su saturación con ácido tánico. Algunos
creen que el tanino reacciona sobre la
celulosa, del mismo modo que lo hace la casca
sobre los tejidos de origen animal, produciendo
cuerpos duros, imputrescibles é insolubles,
que soportan bien las alternativas de
calor, sequía y humedad. El roble, después
de haber permanecido mucho tiempo enterrado,
adquiere mayor duración y un color característico,
debido á la formación de tanato
de hierro, á expensas del óxido que compone
los ocres, y que en mayor ó menor propor­
ción se encuentra en las tierras, y del tanino,
que en gran cantidad contiene dicha madera;
el tanato de peróxido de hierro, sal insoluble,
ejerce un efecto análogo á la lignina, y
apoyándose en este principio, se ha ensayado
el inyectar las maderas con tanino y luego con
uua disolución de pirolignito de hierro, cuya
reacción mutua en el interior de aquéllas, da
lugar á la formación de dicha sal insoluole.
En Inglaterra se propuso en 1866, por Combe,
curtir las maderas como se efectúa con las
pieles para transformarlas en cuero. Las pieles
abundan en gelatina, y adicionándolas el
tanino, se forma un tanato de gelatina, insoluble,
que posee propiedades preservadoras y
antisépticas. Como las maderas de algunas es
pecies suelen contener tanino, conviene la inyección
de gelatina. Sin embargo, es dudosa
la ventaja de este procedimiento.
El profesor de química de Burdeos M. Melsens,
hizo ensayos para la inyección de las
maderas con la brea extraída del gas del
alumbrado, preparando con ésta trozos de 40
centímetros de largo por 25 de diámetro.
Después de preparados, los sometió alternar
tivamente á la acción de un calor de 100° y al
del agua fría; los dejó luego expuestos á la.
acción de las heladas durante un invierno, al
aire libre, y finalmente, al cabo de seis años,
los enterró en un suelo arenoso, mezclado con
mortero, debajo de un tonel que recibía el
agua de lluvia. Eeconocidas estas maderas
después de veinticinco años de estar en tales
condiciones, resultó que permanecían intactas.
Bethell fué el primero que empleó para la
inyección de la madera la. naftalina, substancia
que se obtiene por la destilación del alquitrán
de la hulla. La preparación con dicha
substancia es excelente para la conservación
de las maderas empleadas en obras hidráulicas
y para preservarlas de los insectos. El
aceite de creosota es una de las substancias
antisépticas de más uso para preparar las maderas,
y puro ó combinado con el coaltar ó
con el ácido piroleñoso, se emplea con preferencia
en Inglaterra, aunque la operación resulta
cara. La cantidad necesaria de aceite de
creosota es de 150 á 160 kilogramos por metro
cúbico de madera, cuando ésta ha de ser
colocada al aire libre ó debajo de tierra, y de
300 kilogramos cuando se trate de piezas
que hayan de estar dentro del agua. La preparación
de las maderas con la creosota no
está exenta de desventajas, no siendo de las
menos atendibles,el fuerte y muy desagradable
olor que adquiere la madera impregnada
de ella, y el mayor grado de combustibilidad
que le comunica dicha operación, que, por
otra parte, es muy costosa, á causa del elevado
precio de aquel producto. La creosota
debe principalmente sus propiedades antisépticas
á la gran cantidad de ácido fénico que
contiene. En Inglaterra se reemplaza también
la creosota por la parafina disuelta en aceites
esenciales é inyectada á una alta presión.