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la desesperación de los agricultores argelinos
por la dificultad de extirpar sus raíces, que
son profundas, tenaces y enmarañadas. El
descuaje de una hectárea de tierra costaba de
300 á 400 francos; coste pocas veces recompensado
por el valor en venta de las raíces
usadas como combustible, ya en el estado de
leña, ya en el de carbón. En tanto que estas
circunstancias inducían al Gobierno francés á
proponer grandes premios pecuniarios á los
que consiguiesen la extirpación de una planta
tan perjudicial para el desarrollo del cultivo,
utilizaban los indígenas las hojas de la misma
en hebras que, mezcladas con pelo de camello
y lana, les servíau para la fabricación de
cuévauos, cestos, esteras, sombreros, abanicos,
sacos y en general toda clase de objetos
de espartería, cordelería y tapicería, simultáneamente
con otras plantas, como la Festuca
patilla, Arando feslucoides , Lygeum
spartum, Stipa ienacissima, S. barbata y S.
gigantea.
Estas aplicaciones sugirieron á algunos industriales
la idea de extraer de las hojas del
palmito una especie de crin, llamada, crin de
África ó vegetal, cuya preparación ha dado
ya. lugar á la creación de grandes establecimientos
fabriles en Tolosa y en la Argelia.
También en nuestro país parece que hay alguna
fábrica, aun cuando carecemos de noticias
exactas sobre el particular. La más
notable en la Argelia era en 1872 la de los
Sres. Ferrand y Compañía, en la cual se fabricaban
cuerdas cuyo uso se ha generalizado
en todos los puertos franceses, habiéndose
ensayado también cou éxito satisfactorio la
elaboración del papel. Se ha observado que
despojadas las fibras del palmito de la substancia
gelatinosa que las une, son susceptibles
de una gran división , y á pesar de su escasa
longitud (25 á 30 centímetros), su hilaza
es casi tan fina como la del lino, y puede
emplearse en los tejidos.
Las estopas para la fabricación de cuerdas
se obtienen tratando las hojas por el agua y
haciéndolas pasar después por debajo de unos
cilindros. Para reducirlas luego al estado de
borra para mullidos, se preparan por medio
de la potasa, y por último, para la fabricación
de papel y algodón, se tratan por el cloruro
de cal. Otro método de preparación consiste
en poner las hojas recientemente cogidas, en
una cuba de cinc, de madera ó de cualquiera
otra materia, provista de un doble fondo
lleno de agujeros. Después de llena de hoja y
bien cerrada, se introduce una corriente de
vapor, que debe mantenerse en actividad unas
diez y ocho horas próximamente; el agua resultante
de la condensación se reúne en el
doble fondo, el cual está provisto de un grifo
para darle salida de cuando en cuando. Es
necesario que el vapor de agua se halle á
nna temperatura algo superior á 100 grados.
Transcurrido un espacio de tiempo variable
•según que las hojas sean más ó menos tiernas,
se suspende la corriente de vapor y se
dejan enfriar lentamente las hojas húmedas,
ya sea en la misma cuba, ya en otro recipiente
cerrado. Al quinto día se presentan aquéllas
cubiertas de un liquen, en forma de polvo
blanco, que se extiende á manera de red
de uua hoja á otra. Posteriormente esta eflorescencia
se vuelve verdosa, después parda,
y por último, casi negra. A los doce días la
epidermis se reblandece, desprendiéndose fácilmente
la capa fibrosa comprendida entre
las dos capas externas del limbo, y á los quince
ó veinte días basta el simple frotamiento
con un cepillo para que se separen las fibras,
que salen enteras, y son de una finura y tenacidad
muy notables. Estas fibras pueden servir
en seguida para la fabricación de estopa
ó hilazas; sometiéndolas á los procedimientos
ordinarios de batido, prensado y blanqueo, se
las hace propias para todas las aplicaciones
de que son susceptibles el lino y el cáñamo,
y se pueden, por último, transformar en pasta
para papel.
El hueso del fruto se trabaja á torno, y
sirve para hacer rosarios, brazaletes y coilares,
notables por su hermoso veteado de colores
varios.
El incremento que de día en día va tomando
la exportación del palmito en nuestras costas
del Mediterráneo, es consiguiente al desarrollo
de las industrias de que acabamos de
hablar. Esta planta, mirada con escaso interés
hasta hace poco tiempo, y considerada más
bien como perjudicial por lo difícil de extirpar,
que como beneficiosa por sus humildes
aunque no insignificantes productos, merece
gozar actualmente de más categoría, y fijar
la atención de los agricultores é industriales,
que pueden sacar de ella gran partido en provecho
propio y en el del país, como sucede en
la Argelia, donde el aprovechamiento del palmito
forma ya un importante ramo de riqueza.
Eu jardinería especialmente se distinguen
dos variedades de esta especie, que son las
siguientes:
C. h. elala, Mart.—Tronco recto, bastante
alto, que no arroja brotes; hojas poco tiesas,
con el pecíolo más largo que el limbo, el cual
está dividido eu lacinias agudas, bipartidas,
de las cuales las del centro están soldadas
hasta la mitad de su longitud; el vello de los
nervios es muy fugaz ó casi nulo; flores numerosas
y apretadas.
C. h. depressa, Mart.—Tronco muy corto,
que echa muchos brotes en la base; hojas
tiesas, con el pecíolo casi tan largo como el
limbo, el cual está dividido en un corto número
de lacinias obtusas, bífidas, estando
unidas las del centro hasta una tercera parte
de su longitud; todos los nervios cubiertos de
vello algodonoso, abundante; flores bastante
laxas.
Las especies exóticas, que también se cultivan
en los jardines, son las que siguen:
Chammrops Hystrix, Fraser.—De la Georgia
y La Florida (Estados Unidos de América).—Tronco
pequeño, de 1 á 2 metros gene-