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QUE — 516 —<br />
hayas, comprende hoy unas trescientas especies<br />
bien conocidas y descritas, según la Monografía<br />
de ese g<strong>é</strong>nero publicada por A. Decandolle<br />
(Prod., tomo XVI), y con las especies<br />
añadidas por Hauce (Journal of Bolany,<br />
años 1874 y 1875), y otros; de esas trescientas,<br />
dos terceras partes son de hojas persistentes,<br />
las demás de hojas caedizas; poco más de<br />
ciento veinte son silvestres en la Am<strong>é</strong>rica del<br />
Norte; en la del Sur ninguna, y todas las<br />
demás pertenecen al antiguo continente, abundando<br />
sobre todo en Asia, puesto que en Europa<br />
no llegan á veinte las especies de este<br />
g<strong>é</strong>nero, y en África sólo hay seis.<br />
sBien puede admitirse, según la opinión<br />
de A. Decandolle (Ann. Se. nat, ser. 4.",<br />
tomo XVIII), que muchas de las especies de<br />
este g<strong>é</strong>nero que hoy figuran en las floras deben<br />
considerarse como provisionales, porque<br />
la gran variabilidad de sus hojas han contribuido<br />
á que se describan y aun se sigan describiendo<br />
como especies distintas las que en<br />
realidad sólo son formas diferentes, producidas<br />
probablemente por las varias condiciones<br />
locales de una misma especie. Para convencerse<br />
de esto basta fijar la atención en el gran<br />
número de especies que se han descrito como<br />
distintas, y que despu<strong>é</strong>s, por comparación de<br />
ejemplares y por más detenido estudio de las<br />
mismas, se han ido reduciendo á meras formas<br />
del roble común de Europa (Q. robur, L.).<br />
»Esto dificulta mucho el poder indicar con<br />
alguna seguridad el número de especies que<br />
viven silvestres en cada país, puesto que ese<br />
número varía según el autor que se consulte;<br />
así, por ejemplo, en Italia existen espontáneas<br />
catorce especies del g<strong>é</strong>nero Quercus, según<br />
el criterio adoptado por Bertoloni (Flora<br />
ital., X), y sólo ocho según el de Parlatore<br />
(Flora ital., IV). Tambi<strong>é</strong>n respecto á España<br />
varían bastante los datos existentes; en la<br />
Flora española de Quer y Gómez Ortega<br />
(1874) se enumeran siete especies de Quercus;<br />
en el Iter hispaniense de Webb (1738) sube<br />
ese número á diez; en el Examen de las encinas<br />
(1854), de los Sres. Colmeiro y Boutelou,<br />
á diez y seis y una dudosa, y en la Memoria<br />
sobre la distribución geográfica de algunas<br />
familias de plantas (1862), del Sr. D. Mariano<br />
del Amo, á veinte y una dudosa; verdad<br />
es que posteriormente, en la Flora fanerogámica<br />
del mismo autor (tomo II, 1871), se<br />
reducen aqu<strong>é</strong>llas á diez y seis y una dudosa;<br />
ya Willkomm y Lange, en su Prodromus<br />
Flora hispánica, (tomo I, 1861), sólo enumeran<br />
trece especies y cuatro con duda, y Decandolle,<br />
en su Prodromus (tomo XVI, 1864),<br />
las reduce á siete y tres dudosas, volviendo<br />
así en cierto modo al punto de partida, á Quer<br />
y Gómez Ortega; ya en 1576 el notable viajero<br />
y naturalista Clusius, despu<strong>é</strong>s de recorrer<br />
algunas provincias españolas, describió, como<br />
observadas en ellas, nueve especies del actual<br />
g<strong>é</strong>nero Quercus, aunque <strong>é</strong>stas no tienen para<br />
<strong>é</strong>l la misma limitación que modernamente se<br />
les ha asignado.<br />
sNosotrós creemos qu<strong>é</strong>, conforme al sentido<br />
lato que hoy se da á la palabra especie por<br />
autorizados botánicos monografistas (Decandolle,<br />
Hooker, Parlatore, Regel, Anderssón),<br />
etc<strong>é</strong>tera), en España existen, en estado silvestre,<br />
menos especies del g<strong>é</strong>nero Quercus<br />
que las que como tales se han descrito por<br />
diversos autores, y que algunas de las descritas<br />
pueden agruparse como variedades ó formas<br />
de las que podemos llamar especies linneanas,<br />
por más que no todas ellas hayan sido<br />
establecidas por el inmortal naturalista sueco;<br />
especies que hasta el sentido común y el ojo<br />
práctico de nuestros montañeses y campesinos<br />
agrupa y distingue con sus nombres vulgares<br />
de roble, rebollo, quejigo, alcornoque, encina,<br />
etc<strong>é</strong>tera, según iremos viendo despu<strong>é</strong>s, en la<br />
descripción de cada una.<br />
«Consideraciones, más bien forestales que<br />
botánicas, nos inducen, sin embargo, á presentar<br />
como especies separadas los Quercus<br />
pedunculaia y sessiliflora, que forman el Q.<br />
robur de Linueo.<br />
»La gran importancia forestal del g<strong>é</strong>nero<br />
Quercus estriba, por una parte, en, los extensos<br />
montes que algunas de sus especies compouen,<br />
y por otra, en la variedad y riqueza<br />
de sus productos, todos de gran valor; maderas<br />
para la construcción y para la industria;<br />
leñas como combustibles; cortezas como curtiente<br />
de los más estimados; frutos para montanera,<br />
etc.»<br />
La bellota, cuando trata de conservarse, se<br />
seca fácilmente y pierde su vitalidad; por otro<br />
lado, la substancia feculenta, cuyo estado de<br />
agregación está poco avanzado, se transforma<br />
fácilmente en materia azucarada con la influencia<br />
de la humedad y de una baja temperatura<br />
(— 3 o<br />
ó — 4 o<br />
), determinando una germinación<br />
anticipada. Si para evitar este inconveniente<br />
se sumergen las bellotas en agua,<br />
pueden <strong>é</strong>stas fermentar así que la temperatura<br />
aumente un poco, y como no disponen entonces<br />
de bastante oxígeno, esta fermentación<br />
no provoca la germinación, sino que engendra<br />
productos ácidos negruzcos (ácido húmico)<br />
y la total putrefacción. Este accidente<br />
ocurre asimismo cuando se entierran muy<br />
profundamente las bellotas sembradas; cuando<br />
la tierra es muy compacta ó muy húmeda,<br />
y tambi<strong>é</strong>n cuando la superficie está endurecida<br />
y ha perdido toda su permeabilidad para<br />
el aire. Resulta de aquí que el fruto en cues^<br />
tión se conserva mal más allá de la primavera<br />
siguiente á su cogida, una vez maduro.<br />
Los robles contienen en abundancia, en el<br />
tejido celular de la mayor parte de sus órganos<br />
, substancias astringentes ó tonino, cuyo<br />
ácido tánico se combina con las pieles, transformándolas<br />
en cueros. La -<br />
corteza activa es<br />
muy abundante en esta substancia, y de ella<br />
se obtiene el tonino que se emplea en las tenerías.<br />
Existe tambi<strong>é</strong>n <strong>é</strong>ste en los cascabillos de<br />
las bellotas, y cuando <strong>é</strong>stas son abundantes y<br />
voluminosas, suelen ser objeto de comercio,