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ferio Sur; en él las especies son tan diferentes
de las del hemisferio Norte, y habitan cerca
del mar en las partes más bien calientes que
templadas.
El centro de concentración nos parece al
Sur del continente africano, y en las Islas
adyacentes, Madagascar, Mauricias y de la
Reunión. No hay que buscar el olivo más
allá, porque el olivo de flor con pétalos de la
Nueva Zelanda y la Olea paniculata de Puerto
Jackson son débiles exenciones al agrupamiento,
y la primera de esas especies puede
considerarse como un género aparte.
Así se ven dos centros de producción de
olivo: el Norte de la India de una parte, el
cabo de la otra. Especies considerables los separan
sin que existan entre ellos intermediarios.
Si todas las especies del género deben
descender del tipo primitivo, admitiendo las
ideas darvinianas, esta poca armonía en los
dos grupos es difícil de comprender.
Otro hecho no menos sorprendente citaremos:
la presencia en La Florida, la Georgia, la
Carolina, y también en la Virginia, del Olea
americana, sola especie señalada al Nuevo
Mundo. Hay que observar un hecho no menos
curioso, y es que las dos especies únicas,
dioicas por abortamiento, la una Olea dioica,
habita en las provincias del Silhet, en la India,
y la otra, la Florida, se encuentra también
situada casi sobre el mismo paralelo y bajo
los meridianos casi diametralmente opuestos.
Esto da ocasión para decir con Grisebach:
«Cada especie de planta tiene su esfera
climatérica, sin que esto sea aplicable en la
misma medida á los géneros ni á las familias.»
En ninguna parte de las diversas regiones
habitadas, el estudio de las capas geológicas
de la tierra ha descubierto de una manera
precisa trazas de especies de olivo que hayan
precedido á las actuales. Esto es la opinión de
M. Planchón en su Estudio sobre la flora
cuaternaria de los tufus calizos. En los yesos de
Aix, M. Saporta ha encontrado vestigios dudosos
de un Olea que nombra Olea próxima.
Esto no es suficiente para decir que el género
Olea ha formado parte de la vegetación
terciaria del continente. El olivo es, pues posterior
á las últimas dislocaciones de que la
superficie de la tierra ha sido teatro; es seguramente
contemporáneo del hombre. (V. Geología.)
La distribución geográfica de las especies
por regiones se supone ser la siguiente:
ASIA (1).— Olea microcarpa: Cochinchina.—
O. marítima: Islas del Estrecho de Malaca.—
O. parviflora: Islas de Perrang.—
O. Lindleyi: Silhet.— O. Heyneana: India
oriental.— O. compacta: Sirmora, Kamaon.—
O. dioica: Sirmora, Chittagong.— O. atenúala:
Multaban.— O. dentala: Birmania.—
O. silicifolia: Silhet.— O. Boxburgiana: India
oriental.— O. grandilifera: Nepaul.—
O.acuminata: Nepaul.— O. acuminata longi-
(1) Según Coutance.
folia: Kamaon. — O. cuspidata: Kamaon.—
O. Europea: Asia Menor y Siria.
EÜKOPA. — Olea europea: Las costas del
Mediterráneo del Océano en España y Portugal.
ÁFRICA.—Olea europea: Egipto, Trípoli,
Túnez, Argelia, Marruecos , etc.— O. vemogora,
brachybotrys, faveolata, concolor, exusparaia,
humilis, capensis , laurifolis: Cabo de
Buena Esperanza.
OCEANIA.— Olea apelata: Nueva Zelanda.—
O. paniculata: Nueva Holanda.
AMERICA.— Olea americana: Florida, etc.
IV. VARIEDADES DEL OLIVO.-—Todos los
botánicos reconocen dos variedades en el Olea
europea; el oleastro ú olivo silvestre, y el saliva
ú olivo cultivado. El primero se distiugue
del segundo por su corteza más lisa y más
gris; por sus ramas dispuestas de una manera
más regular; por sus tallos más ó menos cuadranglares,
que terminan en una punta aguda;
por sus hojas situadas más claras, más
cortas, más estrechas, más verdes; su fruto
más pequeño, menos carnoso y más reluciente.
En la Olea sativa, al contrario, las ramas
son redondas, las hojas lanceoladas, el fruto
grande y menos numeroso.
Así, una sola especie y dos formas distintas:
¿esas dos formas, se derivan la una de la otra,
y en el caso de ser así, cuál es la patria de la
forma madre?
El olivo cultivado, Olea saliva, se vuelve
oleastro por la semilla si se siembra, y no admite
el aforismo de Horacio: Fortes creantur
forlibus el bonis. Por eso Cuvier ha dado del
oleastro el carácter de la especie olivo, sucesión
de individuos parecidos que se reproducen
de simiente.
Según Bernard y otros escritores, el olivo
sativa es una modificación obtenida del olivo
silvestre por el cultivo; Dios creó el olivo silvestre,
y el cuidado del hombre ha conseguido
el resto. No puede negarse que el cultivo
hace prodigios, pero nosotros afirmaremos lo
dicho ya: que por más que hemos hecho en
ese sentido con olivos nacidos en un vivero
sembrado por nosotros; por más que hemos
transplantado, y criado de asiento plantas nacidas
de simiente, no hemos podido vislumbrar
modificación ninguna que autorice la
creencia de modificación del olivo nacido de
hueso, para aparecer ni parecido á la planta
de que el hueso procedía, y sí justificar que
todas las del vivero se parecen, sin embargo
de ser los huesos sembrados, procedentes de
todas las variedades que poseemos y describiremos
más adelante. La patria del olivo ya
digimos y añadiremos que por la etimología
del nombre aceite se confunde su origen en
la Península Ibérica, donde se encuentran
mezclados los nombres griegos y hebreos.
Que el olivo haya salido de una sola forma
primitiva, de oleastro ó de la sativa, ó bien
que las dos formas hayan coexistido desde su
origen, es cierto que el tipo se ha modificado