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EAB — 547 — RAB<br />

todavía gran tendencia á morder. No obstante,<br />

se observa en ellos un malestar interior, que se<br />

traduce casi siempre por tristeza, soñolencia,<br />

carácter sombrío; no ladra y es indiferente á las<br />

personas extrañas, busca la soledad, se oculta<br />

en los sitios más obscuros, alternando este estado<br />

con una inquietud y agitación impropia<br />

de sus hábitos; otras veces toma la actitud<br />

para dormir, y de repente se levanta, dando<br />

vueltas en el local que ocupa, sin permanecer<br />

tranquilo sino por breves momentos. Si se<br />

echa en cama de paja, se levanta en seguida,<br />

la escarba, la extiende, la vuelve á amontonar<br />

como para echarse, y luego se retira de<br />

repente, como cuando se espereza. Cuando se<br />

encuentra en una habitación encerrado, da<br />

muchas vueltas en todas direcciones, derriba<br />

los objetos, en ninguna parte se halla bien,<br />

olfatea los rincones y por bajo de las puertas,<br />

como si buscase algún objeto perdido; pero<br />

sin embargo de todo esto, obedece á ia voz<br />

de su amo cuando le llama, auuque no con la<br />

prontitud de otras veces, ni con la expresión<br />

cariñosa que de ordinario. La agitación de la<br />

cola es más lenta, y su mirada es tan particular,<br />

que" sólo puede apreciarse por los que<br />

han visto atentamente un perro rabioso. En<br />

este mismo período se nota ya cierta aberración<br />

en los sentidos, marcándose más la soñolencia<br />

y una especie de alucinación; el animal<br />

se coloca como en acecho, corre de acá para<br />

allá, pega mordiscos al aire, como si cogiese<br />

moscas al vuelo; otras veces se precipita hacia<br />

la pared y como si oyera gritos extraordinarios,<br />

y muerde la cuerda ó cadena que le sujeta.<br />

Bourrel dice que el oído del perro rabioso<br />

se manifiesta muy sobrexcitado por el menor<br />

ruido, y muy d<strong>é</strong>bil duraute sus alucinaciones,<br />

que en algunos perros parece como<br />

marcarse un dolor intenso eu el interior del<br />

órgano auditivo, que se conoce por una viva<br />

comezón ó prurito en esta parte. La mirada<br />

siempre es vaga, y los globos de los ojos, brillantes<br />

y saltones, están ligeramente cubiertos<br />

por los párpados superiores; acusan cierta<br />

molestia á la acción de los rayos luminosos,<br />

estando además las conjuntivas muy inyectadas<br />

y rojizas; con respecto al órgano del olfato,<br />

el perro rabioso huele el suelo repetidas<br />

veces, se rasca la nariz con las patas, como si<br />

algún cuerpo extraño le molestase. El gusto y<br />

el apetito están pervertidos.<br />

Para demostrar los varios aspectos que puede<br />

presentar la rabia, bastará considerar la especie<br />

de lucha que se establece entre la acción<br />

del delirio rábico y el instinto cariñoso de los<br />

perros; se les ve calmarse á la voz de su<br />

amo, y aliviarse al parecer por momentos,<br />

acariciarlo y lamerlo, para volver casi instantáneamente<br />

al período del furor. Siempre debe<br />

huirse de estas muestras de afecto, pues una<br />

escoriación cualquiera puede dar eutrada al<br />

virus mortal. Aunque delante del amo suelen<br />

los perros aparentar una tranquilidad engañosa,<br />

producida por el afecto que le tienen,<br />

no debe el profesor confiar eu ella, pues al<br />

desaparecer el dueño vuelve con más violencia<br />

el estado de furor, debi<strong>é</strong>ndose en general<br />

tomar con los perros sospechosos las mayores<br />

precauciones, pues la fingida tranquilidad de<br />

algunos es siempre preludio de mayores furores.<br />

En ciertos casos, y particularmente en los<br />

perros de carácter irascible, se ha observado<br />

que desde el principio de la afección hay,<br />

además de la sobreexcitación, una tendencia<br />

á morder, que basta enseñarles un palo ó<br />

amenazarles para que muerdan con espantosa<br />

cólera.<br />

Es un error creer que el perro rábico tenga<br />

horror al agua, como se admite generalmente,<br />

y por tanto la palabra hidrofobia, con<br />

la que se denomina la rabia, no es exacta, y<br />

por lo tanto, no sólo debe combatirse bajo el<br />

concepto científico, sino tambi<strong>é</strong>n desde el punto<br />

de vista humanitario, pues la confianza que<br />

nace de ver que un perro bebe agua á pesar<br />

de un estado sospechoso, puede ocasionar funestas<br />

consecuencias; tal es la razón más común<br />

de las inevitables y espantosas desgracias<br />

á que da margen esta enfermedad. No<br />

solamente el perro bebe agua, sino que la desea<br />

con avidez, metiendo, además de la lengua,<br />

el hocico; se les ha visto atravesar los ríos á<br />

nado, y sólo se ha notado que intentan morder<br />

el agua con furor; mas esto depende del<br />

violento estado de constricción de la garganta,<br />

que les obliga á verificar una deglución dolorosa<br />

y lenta.<br />

El apetito disminuye ó aumenta, habiendo<br />

algunos perros que toman grandes cautidades<br />

de alimentos, y eu otras circunstancias lo<br />

pierden por completo. Su perversión es más<br />

frecuente, induci<strong>é</strong>ndoles á lamer su orina y<br />

aun á tomar los excrementos del hombre y de<br />

los animales.<br />

El deseo de morder es tan vivo, que desgarran<br />

y rompen con los dientes todos los objetos<br />

que se hallan á su alcance, como telas,<br />

maderas, ladrillos y piedras, hasta el punto de<br />

romperse sus órganos de masticación. En este<br />

estado debe evitarse la aproximación á los<br />

auimales. A consecuencia de tragar los animales<br />

cuerpos extraños, sobrevienen vómitos,<br />

en cuyo caso las materias arrojadas salen<br />

mezcladas con sangre por causa de las heridas<br />

que se producen en el estómago, por los<br />

bordes y cortes angulares que tienen.<br />

La baba no constituye, por su abundancia<br />

en la boca, ningún signo característico de la<br />

rabia del perro, como por lo general supone<br />

eL vulgo, y sería un error negar la existencia<br />

de la enfermedad porque faltase alguna vez<br />

este síntoma. Aunque la secreción salivar es<br />

más abundante que eu el estado normal, debe<br />

atribuirse á la excitación producida por la<br />

presencia de cuerpos extraños que los auimales<br />

cogen con los dientes para despedazarlos.<br />

Eu la" anatomía patológica se demuestra la<br />

ausencia de las lisas ó vesículas de Marochetti,<br />

que se hau supuesto como un signo patognomónico<br />

de la rabia.

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