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menuzados, cuando se observa que languidecen
las tiernas plantas. Aun cuando las labores
de otoño no exigen la rapidez que las de
la recolección durante el estío, como son muchas
y muy importantes, el agricultor no deberá
descuidarse, y aun en muchos casos habrá
de buscar brazos auxiliares, á fin de que
no se retarde la ejecución de aquéllas.
El mes de Octubre es también uno de los
meses eu que ha de procederse á la venta de
muchos productos, y en que es preciso inspeccionar
las habitaciones, paneras, establos,
caballerizas, bodegas y tinadas, y sobre todo
los tejados, por si necesitasen algunas reparaciones,
para evitar que se filtre la humedad ó
penetre el frío por hendeduras, puertas y ventanas.
RECOLECCIONES.—Antes de que termine el
mes, sobre todo si han de sembrarse cereales
de otoño sobre los terrenos en que vegetan
las remolachas, zanahorias y rutabagas, es
preciso arrancar éstas, si bien no hay inconveniente,
en caso contrario, en dejar que esas
plantas permanezcan en tierra, toda vez que
las heladas no las causan daños de consideración,
á menos de quesean muy intensas. Ocioso
es advertir que para hacer la recolección
han de elegirse días serenos, principalmente
si las tierras son fuertes, con objeto de que no
se quede adherida mucha tierra á las raíces;
mas tampoco es conveniente almacenarlas en
días cálidos, durante las horas en que la temperatura
es más elevada. Cuando las plantas
están en línea y las tierras son fuertes, se
puede emplear para arrancarlas un arado sencillo
separando la vertedera. Para ello se pasa
el instrumento, tirado por cuatro caballerías,
por un lado de los surcos, y de esa suerte quedan
al descubierto las raíces y no sufren lesión
alguna. Entonces se arrancan fácilmente
las raíces sin necesidad de emplear la azada.
Después se deshojan y limpian las raíces, cuidando
de conservar el cuello en las destinadas
á la alimentación del ganado. Las hojas
de remolacha son consideradas como poco nutritivas
y algo laxantes; mas los labradores pobres
las pueden utilizar para alimento de sus
vacas, si bien deben sustituirlas siempre que
sea posible con las hojas de zanahoria, rutabaga
y col-rábano, que constituyen un pienso
excelente. En todo caso no deberán separarse
de las plantas antes de arrancar éstas, porque
se desarrollarían poco. Respecto de la manera
de almacenar las raíces, pueden consultarse
los artículos especiales en que se trata de esa
cuestión. Cuando no sea posible hacerlo inmediatamente,
se formarán con ellas, sobre las
tierras, montones de metro y medio de altura
con las cabezas de las raíces, guarnecidas de
hojas, hacia la parte exterior, y una capa de
hoja encima, porque así se conservan aquéllas
en buen estado durante mucho tiempo.
Cuando el tiempo ha sido bastante húmedo,
los repollos de las coles de estío están ya completamente
formadas en el mes de Octubre, y
por lo mismo se puede proceder á la reco­
lección de la planta, cortando los tronchos
con un hacha á flor de tierra, ó arrancando
las berzas, lo cual es mucho más sencillo.
Después de almacenar la cosecha, lo que habrá
de hacerse cou buen tiempo, se separarán
las cabezas de los tronchos, los cuales habrán
de conservarse aparte, y se procurará que el
ganado consuma inmediatamente las hojas exteriores.
Despojados los repollos de esa suerte
se podrán reservar para fines de invierno, siempre
que estén sanos, se hayan introducido oportunamente
en el almacén, y se hayan revisado
de vez en cuando para separar los que pudieran
haberse podrido. Precisamente por lo mismo
no es posible conservarlos amontonados ó
depositados en silos; eu cambio las heladas no
los causan daño alguno. Se puedeu preservar
de la descomposición colocándolos en un rincón
seco y abrigado de la huerta, ó sobre césped
formando montones de un metro de altura
y de anchura variable, y cubriendo después
con paja los montones. Cuando la cosecha sea
reducida, se podrán colocar sobre la hierba sin
formar pila y manteniendo las cabezas juntas,
para protegerlas después con una capa de paja.
Se pueden almacenar de igual modo bajo cualquier
abertizo, ó en una cueva, ó bien en una
zanja de 32 centímetros de profundidad y de
anchura, cubierta en terreno seco, donde se
van poniendo las coles con el troncho hacia
arriba, y se cubren con la tierra que se haya
extraído del foso. Donde aún se cultiva la rubia,
deberá procederse también en el mes de
Octubre á sacar las rubiales que tengan más
de tres años, empleando el azadón ó un arado
de desfondar, como en Plan des y en la Proven •
za, que precedido de otro ordinario para que
remueva la superficie, obra de manera que se
extraen las raíces sin romper. En algunas comarcas
había comenzado á utilizarse una especie
de cabrestante movido por un solo caballo.
Cuando se desea conservar el rubial, se
dejarán raicillas en número suficiente para
guarnecer el terreno de plantas. Una vez
arrancada la rubia, se pondrá á secar al sol ó
sobre cañizos en un recinto seco y aireado. Los
fabricantes suelen tener hornos para secar la
planta antes de molerla. También se han de
calzar con una capa de tierra de 7 á 8 centímetros
los rubiales sembrados eu el mes de
Marzo anterior; operación análoga á la que se
habrá de ejecutar con los más antiguos al
mismo tiempo.
PUADOS.—Hay algunos prados privilegiados
en los cuales se dan tres cortes, uno de heno
en Junio y dos de retoño en Agosto y Octubre.
La hierba obtenida del último se seca
naturalmente»con mayor dificultad, por no
ser tan elevada la temperatura y estar más
húmeda la atmósfera. De ahí que en muchas
ocasiones, y en no pocas comarcas, sea necesario
hacer pastar las praderas en vez de segarlas,
ó echar la hierba segada á los ganados
para que la consuman en verde. También en
el mes de Octubre se continuará manteniendo
el agua eu los prados de regadío, pudiendo