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RAB — 552 — RAB<br />

mismo tiempo sobrevienen, no constantemente,<br />

sino en algunos casos, dolores sordos ó<br />

lancinantes al nivel de las heridas de inoculación.<br />

La cicatriz, formada de un modo<br />

regular al principio, puede inflamarse más ó<br />

menos, adquirir un color lívido, romperse y<br />

dar salida á una serosidad rojiza. Pero no es<br />

raro que estos fenómenos locales falten completamente.<br />

Este período de invasión puede<br />

durar dos, tres, cuatro ó seis días.<br />

Pronto va seguido de accidentes más graves;<br />

la agitación aumenta; hay una sensación<br />

de angustia sumamente penosa; los órganos<br />

de los sentidos adquieren una sensibilidad<br />

exagerada; el menor ruido, la luz, causan<br />

una impresión casi insoportable; la vista de<br />

los objetos brillantes, y especialmente la de<br />

los líquidos, determina espasmos violentos;<br />

llega la hidrofobia en la mayoría de los casos<br />

á un grado tal, que los enfermos, rehusando<br />

toda clase de bebidas, experimentan verdaderas<br />

convulsiones cuando notan el contacto de<br />

una gota de líquido, ó cuando se les va á<br />

introducir en el baño. Este síntoma no es, sin<br />

embargo, constante, y algunos enfermos pueden<br />

beber mientras dura la enfermedad; pero<br />

una luz viva, un ruido de pasos ó de voz,<br />

aun ligera, les produce las más horribles<br />

convulsiones. Estos paroxismos, que reaparecen<br />

por la menor causa, se presentan con<br />

una intensidad verdaderamente horrorosa;<br />

todo el cuerpo se pone rígido durante algunos<br />

segundos, y no tarda en hallarse agitado<br />

por sacudidas bastante violentas para romper<br />

las ligaduras más fuertes; la cabeza y los<br />

miembros se golpean contra las paredes. En<br />

los intervalos se observa uua salivación continua,<br />

debida tanto al espasmo que impide<br />

tragar la saliva, como al aumento y la alteración<br />

de la secreción salivar, que puede constituir<br />

una verdadera baba. La pupila está<br />

muy dilatada, el ojo huraño y brillante, el<br />

sueño es nulo ó continuamente trastornado.<br />

Algunos enfermos experimentan una excitación<br />

ven<strong>é</strong>rea muy considerable. Es muy raro<br />

verles manifestar furor de morder, que á los<br />

ojos del vulgo hace tan temible la aproximación<br />

de los desdichados rabiosos; ellos mismos<br />

no se defienden de <strong>é</strong>l más que obedeciendo,<br />

«n cierto modo, á la misma preocupación.<br />

Sombríos <strong>é</strong> inquietos, no hablando más que<br />

á raros intervalos y con un tono breve, son<br />

presa algunas veces de terrores continuos, de<br />

una verdadera panofobia, cuyo origen quizá<br />

es preciso buscar en el deplorable error, por<br />

desgracia muy extendido, que les hace creer<br />

que los encargados de cuidarles les apresuran<br />

la muerte.<br />

Otras veces, por el contrario, los sentimientos<br />

de afección persisten y se manifiestan<br />

con gran expansión. A medida que la enfermedad<br />

hace progresos, los accesos convulsivos<br />

se repiten con una violencia creciente, y tanto<br />

más cruel cuanto que la inteligencia queda<br />

generalmente intacta casi hasta el último<br />

momento. Sin embargo, la continuidad de los<br />

paroxismos no tarda en agotarlas fuerzas, las<br />

ideas se turban, aumenta la ansiedad general,<br />

el cuerpo se cubre de un sudor viscoso, y<br />

si los enfermos no mueren en un acceso más<br />

ó menos próximo al principio, lo verifican<br />

hacia el tercero ó cuarto día del segundo período.<br />

La muerte es la terminación constante<br />

y fatal de la rabia.<br />

Las alteraciones anatómicas que se pueden<br />

encontrar en la autopsia de los individuos que<br />

han fallecido de rabia, y sobre todo la congestión<br />

de la mucosa faríngea y del aparato<br />

respiratorio, así como la tumefacción de las<br />

papilas de la lengua, no son más que los<br />

efectos secundarios de los paroxismos convulsivos.<br />

La rabia no reconoce otras causas en el<br />

hombre que el contagio, y <strong>é</strong>ste se ejerce por<br />

una sola vía', directa <strong>é</strong> inmediata: la inoculación<br />

del virus rábico desarrollado en los animales<br />

dom<strong>é</strong>sticos ó salvajes citados, y cuyo<br />

único vehículo es la baba ó la saliva que depositan<br />

en las mordeduras. Está perfectamente<br />

demostrado que ni la leche ni la carne de<br />

un animal rabioso ejercen acción contagiosa.<br />

Bien que la rabia puede transmitirse de los<br />

animales carnívoros á los herbívoros, y de<br />

<strong>é</strong>stos á los individuos del mismo g<strong>é</strong>nero; no<br />

parece que estas últimas especies tengan la<br />

facultad de comunicar la enfermedad al hombre.<br />

La facultad de transmisión parece aniquilarse<br />

en los perros, si no despu<strong>é</strong>s de la<br />

primera, por lo menos pasadas muchas transmisiones<br />

sucesivas. La rabia no se comunica<br />

de hombre á hombre; el coito de un hombre<br />

atacado de rabia con una mujer no es contagioso.<br />

Por último, no parece posible inocular<br />

la rabia de un hombre á los animales. Por lo<br />

demás, el contagio directo de la rabia en las<br />

condiciones expuestas no se ejerce de un modo<br />

absoluto en todas las personas mordidas. El<br />

virus no obra más que sobre las superficies<br />

denudadas; no es cierto que se absorba por<br />

las membranas mucosas; sin embargo, es un<br />

hecho que se debe considerar como posible.<br />

Por último, aunque el contagio sea la única<br />

causa verdadera de la rabia en el hombre, es<br />

imposible negar que, además de una predisposición<br />

más ó menos marcada, la imaginación<br />

puede influir en el desarrollo de la enfermedad;<br />

la intranquilidad de espíritu hace<br />

más inevitable la explosión.<br />

Instrucción sobre los cuidados que deben prodigarse<br />

á las personas mordidas por los perros<br />

rabiosos ó sospechosos de rabia:<br />

«1.° A toda persona mordida por un perro<br />

rabioso ó sospechoso de rabia se le debe hacer<br />

sangrar la herida, 'lavarla y cauterizarla.<br />

»Es preciso inmediatamente, por la presión,<br />

hacer sangrar la herida con abundancia, lo<br />

mismo las ligeras que las profundas, y lavarlas<br />

con gran cantidad de agua, á chorro si es<br />

posible, ó con otro líquido (la misma orina),<br />

hasta el momento de la cauterización.<br />

»2.° La cauterización podrá hacerse con

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