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iros de diámetro, verticalmente á lo largo de
•las paredes del pozo, espaciados á 30 centímetros
unos de otros; en éstos se entrelazan
-ramas largas, fuertes y flexibles, que se colo-
•cau una á una conforme se va bajando, y á
las que se hace pasar alternativamente por
•detrás y por delante de cada madero; la entibación
de un pozo es siempre muy conveniente,
para evitar las desgracias que muy
:á menudo ocurren en estas obras por desprendimientos
de terrenos.
La sección horizontal de los pozos puede
•ser circular, cuadrada, rectangular y poligonal,
segdu el uso á que se destine y las condiciones
del artefacto que se ha de colocar
para la elevación del agua, como sucede, por
ejemplo, en las norias en que el pozo es rectangular
d ovalado; pero cuando no hay con-
•diciones especiales que exijan forma determinada,
se les da una sección circular, porque es
Ja más sólida y conveniente, cuyo diámetro
está dado por la clase de aparatos que se hayan
de instalar dentro del pozo; cuando este
diámetro no viene impuesto, la menor dimensión
que debe tener es la de un metro
después de revestido.
El revestimiento de los pozos se puede ha-
•cer de manipostería ó de ladrillos; cuaudo se
•emplea la primera, es necesario, sobre todo en
la parte más profunda del pozo, que los mampuestos
tengan en lo posible la forma de cuña
ó dovela, para que se adapten á la figura de
¡a excavación, y deben sentarse en seco, no
empleando el mortero ó argamasa sino cuando
se ha elevado el revestimiento á mayor altura
que la que puedan alcanzar las aguas
dentro del pozo; si se emplea mortero en
toda la construcción del revestido, se impediría
la llegada de las aguas, y la que penetrase
dentro tendría durante largo tiempo un
gusto muy desagradable.
En las localidades en que no hay piedra se
•emplea el ladrillo en la construcción del revestido;
cuando se perfora un pozo á través
de margas ó arcillas consistentes y el diámetro
es pequeño, puede bastar un revestimiento
del espesor de medio ladrillo; pero si el
pozo tiene un regular diámetro, es preciso
darle el espesor del largo de uu ladrillo (28
centímetros); recientemente se construyen ladrillos
especiales para pozos que afectan la
forma de cuña, para adaptarse á la traza circular.
Hay varias maneras de guarnecer los pozos,
pero como principio general es necesario que
los ladrillos, sean de buena calidad, duros,
bien cocidos y sin torceduras ni alabeos. Cuando
el pozo se ha perforado sin peligros sobre
terreno compacto, se reviste de abajo arriba;
si el diámetro es pequeño, se colocan las hiladas
fbrmaudo una corona circular, en tal forma
que los lados mayores de los ladrillos resulten
tangentes al círculo que forma la sección del
pozo; se van superponiendo coronas en seco,
teniendo gran cuidado de que el centro de
los ladrillos de cada uua de ellas cubra la
junta de los que forman la corona ó hilada
inferior, á fia de que resulte una trabazón
completa; ha de procurarse con gran esmero
que los ladrillos de todas las hiladas resulten
perfectamente á plomo, formando una superficie
cilindrica; las hiladas en seco continúan,
como hemos dicho, hasta que el revestido se
eleva á mayor altura que la que puedan tener
las aguas en el pozo; desde allí puede seguirse
la construcción, empleando mortero en el
asiento del ladrillo; en la parte sentada en
seco pueden rellenarse los intervalos que resultan
entre los ladrillos de cada hilada por
su parte posterior, cou trozos de ladrillo.
Cuando el diámetro del pozo excede de 1,20
metros de diámetro, es necesario que el revestimiento
tenga el grueso de un ladrillo,
como ya hemos dicho antes; la colocación en
este caso se hace como en el anterior, formando
las hiladas por tandas de ladrillos,
seutados de modo que su lado menor resulte
tangente al círculo que forme la sección del
pozo.
Cuando el terreno en que se ha verificado
la perforación es algo flojo, es conveniente
interponer entre el revestimiento en seco algunos
anillos, formados por cuatro ó cinco
hiladas de ladrillos sentados y trabados con
cemento ó mortero hidráulico, con objeto de
evitar los movimientos del guarnecido que
pudieran producirse por la desigualdad de las
presiones.
Cuando el terreno se ve desde luego que
es muy falso á los 2 metros de profundidad
de la excavación ó antes, se procede á profundizarle
bajando el revestimiento al mismo
tiempo; en este caso el guarnecido va todo de
fábrica con mortero, teniendo cuidado de dejar
repartidos convenientemente unos huecos
ó aberturas, llamadas mechinales, por las que
entra el agua que pueda acumularse detrás
del revestimiento.
Practicada la excavación hasta la profundidad
de 2 metros, se coloca en su fondo un
fuerte bastidor ó corona de madera de roble,
bien embreada, cuyo diámetro exterior es el
del pozo con su guarnecido, y el interior el
del pozo después de guarnecido; sobre esta
corona se construye un trozo de revestimiento
que llega hasta la superficie del terreno y
sobresale de él un metro; debe cuidarse que
el trasdós ó parte exterior de este guarnecido,
en contacto con el terreno, no presente puntas
salientes ni asperezas que puedan ser un
obstáculo para que esta construcción se mueva
dentro de la excavación. Cuando esta parte
construida está fraguada, se excava con mucho
cuidado y regularidad una capa de terreno
debajo de la corona de roble, sacando la
tierra alrededor de modo que la corona, falta
de apoyo y cargada con el peso de la cons
trucción, va descendiendo lenta y suavemente;
cuando ha descendido un metro, se vuelve á
construir en la boca del pozo otro trozo de
revestimiento igual al que ha bajado; de este
modo, por malo que sea el terreno, se logra