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seguida al frutero; pero si sé trata de árboles
de alto tronco, será necesario valerse de largas
escalas dobles ó de instrumentos á propósito,
como el cogedor Dittemare, que consiste
en una especie de tijeras encorvadas, situadas
en la extremidad de un mango más ó menos
corto, y un alambre para hacerlas funcionar,
con una pequeña red por debajo á manera de
saco, para reunir las peras destacadas por las
tijeras. Resultan útiles estos instrumentos y
otros semejantes para recoger frutas separadamente,
pero no para acometer una verdadera
recolección, porque además de ser complicados
y dificultar con su volumen el manejo
por entre las ramas de los árboles, son
lentas y fatigosas las operaciones.
Está condenada como irracional, segúu digimos
anteriormente, la práctica de coger la
fruta en una sola vez, porque es imposible
que todas las peras se hallen igualmente maduras
al mismo tiempo; es de absoluta necesidad
que se vayan cogiendo á medida que maduren.
La recolección de las peras debe tener
lugar en tres veces por lo menos.
Las peras tardías, que son las que han de
completar su madurez en el frutero y conservarse
mucho tiempo, deben cogerse antes que
maduren, sin esperar á que sean sorprendidas
por los primeros hielos ó por las escarchas; en
el primer caso se arrugan y llegan difícilmente
á perfeccionarse, y en el segundo quedan
insípidas y de difícil conservación.
CUIDADOS QUE DEMANDA LA EXPEDICIÓN DE
LAS PERAS.—Algunas peras de piel delicada
se pueden embalar en banastas de sólida construcción
y de 20 kilogramos de capacidad. El
fondo de estas banastas debe ser una capa
gruesa de musgo seco ó de recortes de papel.
Sobre este plano se coloca el primer lecho de
fruta, envuelta ó no eutre papel sin cola y
bien próximas las peras unas á otras, cerrando
los huecos que dejen eutre sí con recortes de
papel, con los cuales se formará también una
capa superior; en seguida se colocará otro
lecho de peras del mismo modo, hasta llenar
la banasta, la que deberá terminar con una
cantidad de recortes de papel, sobre la que
se pondrá la cubierta. Deben estar provistas
estas banastas de fuertes asas ó anillas para
mayor facilidad del transporte.
Cuando tenga lugar éste en invierno, es necesario
colocar estas banastas en otras más
grandes, y llenar los intervalos con heno fino
bien comprimido, á fin de evitar que las peras
sean atacadas por los hielos y se deterioren
considerablemente.
Todo lo expuesto se refiere más particularmente
á las peras delicadas y de cierto mérito,
mientras que pueden exportarse en cestas ó banastas
ordinarias las de piel más fuerte, disponiéndolas
por lechos divididos con heno, paja,
hojas, etc. Estas frutas deben viajar por los
medios más acelerados y á las horas más oportunas;
en el estío, durante el fresco de la noche,
y eu el invierno, de preferencia por el día.-
CONSERVACIÓN DE LAS PERAS.—Para conser-.
var convenientemente las peras, es necesario
disponer de un frutero de cuya extensión se
pueda sacar el mayor partido posible. Al efecto,
deberá escoger el propietario, donde sea
dable, una ó más cámaras, según la extensión
de su cultivo, expuestas con preferencia al
Levante; la entrada en el frutero estará provista
de dos puertas, la exterior y la de la entrada
de la cámara; las paredes se hallarán
revestidas de tablas de cierto espesor, separadas
de los muros de 5 á 6 centímetros por lo
menos, á fin de impedir la posible humedad;
por medio del aire que ocupa el espacio comprendido
en los muros y los tabiques de tablas,
se mantiene una temperatura siempre
constante, porque siendo el aire mal conductor,
sirve de defensa contra el frío y contra el
calor exterior; algunas veces, cuando se construyen
fruteros permanentes, se pueden sustituir
los tabiques de tablas con paredes de
poco espesor, de 8 á 10 centímetros, dejando
un hueco aún mayor. El pavimento del frutero
deberá ser también de tablas, y el techo,
con inclinación, habrá de disponer de un buen
revestimiento de madera por debajo del tejado
, que deberá ser doble al méuos por la parte
de Levante. Se apoyarán contra las paredes
de la cámara, lejas ó vasares de 50 centímetros
de anchura, mediando un espacio de 30
centímetros entre unas y otras. Todas estas
lejas de tabla estarán provistas en su bordo
exterior de una delgada orla de 2 á 3 centímetros
de altura, que sirve para impedir que
caigan los frutos á tierra. La primera fila de
lejas empezará á la altura de 50 centímetros
del pavimento, y se sucederán hasta la parte
superior de la cámara, como hemos dicho, de
30 centímetros de una á otra; las que se coló
can por encima de 1,50 metros, deberán estar
un poco inclinadas, á fin de que se muestren
mejor á la vista del que cuida el frutero. Basta
una ventana, provista de una cortina ó portier
opaco, para obscurecer la luz ó introducir
en el frutero el aire suficiente, eligiendo un
tiempo seco y las horas en que el aire exterior
no ofrece gran diferencia con el ambiente interior
de la cámara, porque introduciendo repentinamente
una temperatura demasiado elevada,
los frutos se dilatan, y por consiguiente
sufren una fermentación y una madurez
acelerada; una temperatura por bajo de cero,
produce, por el contrario, la suspensión de
la fermentación, quedando estacionada la madurez.
La ventana debe ocupar la parte de
Levante ó de Poniente, y sus dimensiones habrán
de ser las precisas para impedir que se
vicie la atmósfera del interior de la cámara
con la evaporación de los frutos.
Las principales condiciones de un frutero
serán:
1.° Una temperatura uniforme en lo posible,
entre 4 y 6 O
Reaumur.
. 2.° Completa privación de luz.
. 3.° Sostener una atmósfera más bien seca
que húmeda en el interior del frutero.
-. 4.° Colocar los frutos de modo que no se